No será un pregón al uso por el simple hecho de que quiere que sea “un pregón al uso”. Sálvense las barreras del retruécano plasmado en la frase anterior para indicar que Pascual Antonio Ruso Alba, Pregonero de las Fiestas 2014, quiere un acto de los de escuchar, de los de seguir atentamente al que habla. Sin artificios, sin imágenes proyectadas, complejos juegos de luces, música o fanfarria. “Será un pregón de los de toda la vida, de los de balcón. Obviamente, con el correr de los años este inicial y mero pistoletazo de salida ha terminado convirtiéndose en un acto en sí mismo, y de gran calado, por lo que he intentado buscar un punto intermedio”.
“In medio virtus”, es decir “en el medio está la virtud”, como dirían aquellos romanos, que tan ligados están a Pascual, en aristotélica referencia que el Pregonero 2014 espera plasmar a través del sentimiento. “Llegados a este punto, donde se ha hablado de todo, donde se ha investigado y buceado en nuestra historia y tradiciones o donde se han detallado las vivencias del que pregona, yo, por mi parte, he decidido centrarme en los sentimientos. Pero no en los míos, sino en los de alguien anónimo, en los de cualquier festero, santapolero o visitante”.

El pueblo, protagonista

Esta decisión, que puede parecer sencilla a primera vista, no está exenta de investigación o reflexión, “pues me he leído hasta 40 pregones, en los que se plasman verdaderas maravillas. Yo, por mi parte, quiero recuperar al auténtico protagonista de las Fiestas, que no es otro que el pueblo, la gente. Sin él no existirían, pues nuestras Fiestas son algo colectivo. Por eso quiero animarles a que participen, a que la vivan. Quiero invitar al público a ser parte de ellas, a sentir lo que yo siento”.
Unos sentimientos que abarcan desde la ética hasta la estética, “porque Santa Pola, sus gentes, son profundamente mediterráneos en su carácter abierto, expansivo. En nuestras Fiestas tiene tanta importancia la estética, con su colofón en la Entrada de Moros y Cristianos del Día 3, o el Desfile Multicolor del Día 6, hasta la ética, representada en el enorme fervor y sentimiento existente en la Ofrenda de Flores, el Canto del Motete o la Procesión, por poner unos someros ejemplos”.

Cambios trasgresores

Para explicar la evolución de esta dicotomía, Ruso Alba se remontaba “allá por los setenta”, cuando formaba parte de la Comisión de Fiestas. Allí se decidió terminar con la vaca en el Castillo. “Algo trasgresor y, sobre todo, una decisión muy complicada, porque había que llenar con algo. Por lo tanto, y en esos tiempos, con esa economía, tuvimos que reinventar la Fiesta. Para ello tuvimos que cambiar la forma de participación del vecino, pasiva, con la vaca y viéndola desde la barrera la gran mayoría, a activa, con innumerables actos”.
De ahí que las Fiestas en Honor a la Patrona hayan dilatado su dimensión temporal, “en municipios como Alcoy o Villena los días marcados por los actos netamente festeros coinciden con los meramente religiosos. Aquí se ha expandido, escindido en dos caminos que se complementan y fusionan a la perfección en determinados momentos”. Pone como ejemplo la Ofrenda Floral “donde el concepto de la suma está más que presente, pues vemos cómo las Cofradías de Moros y Cristianos ofrecen sus ramos a la Patrona”.
Se emociona este profesor retirado de la docencia (pese a que él lo niegue, es un maestro como la copa de un pino para quien sepa escucharle) cuando habla, especialmente, del Motete. “Mi madre lo cantaba y yo he mamado eso. Cuando veo a la Patrona se me activan todos los resortes. Eso forma parte de nuestra idiosincrasia, de nuestra cultura. Algo que también quiero destacar en mi pregón, la importancia de la cultura. La cultura te permite disfrutar del placer de la creación, del pensamiento, de la belleza”.

De romanos y santapoleros

Y, volviendo a la idiosincrasia, realiza un acertado paralelismo entre las gentes de Roma, a quienes tantos lazos le unen, y las gentes de Santa Pola, a quienes tanto debe y aprecia, “porque su carácter, su fondo, es similar. En un primer momento, su bienvenida es alegre, cordial, pero has de ganarte su confianza”.
Matizaba este hecho asegurando que “el santapolero abre sus brazos a quien quiera instalarse en esta preciosa villa, pero, es el foráneo el que, para sentirse completamente aceptado, ha de abrazar, a su vez nuestras costumbres. Participar en su vida diaria, festera, social y cultural. Ser parte de sus desfiles, de sus comparsas, de su acción social. Es entonces cuando llega a sentirse como en casa, cuando se es parte de algo mucho mayor que uno mismo. Por eso animo a todo el mundo a que participe, a que sea una de las innumerables e imprescindibles piezas que componen nuestras Fiestas”.