La que es ahora una de las Travesías a Nado más importantes tuvo sus comienzos en lo que en Santa Pola se conoce como la cadena, cuando un grupo de entre siete y nueve aficionados a la natación decidieron cambiar su rutina de nadar bordeando la costa, para atravesar el mar abierto hasta la costa de Tabarca.
El primer año eran tan solo unos pocos, al siguiente año, gracias al boca a boca, se juntaron más de cincuenta personas, al siguiente se congregaron casi 200 y para el tercer o cuarto año ya eran más de 300, motivo que animó a los organizadores del evento a hacerlo más grande, bonito y que atrajese incluso a más nadadores.
Los primeros años
Si algo sabe de primera mano Javier Quesada es lo que se siente al realizar la Travesía a Nado, ya que, como nadador aficionado, ha participado en ella si no todos, casi todos los años, ya que solo dejó de hacerla un edición y debido a una lesión en el brazo.
El que ya es expresidente del club Alone recuerda cómo los primeros años la travesía se realizaba desde Santa Pola a Tabarca, y que, para poder hacerla mucho más vistosa y accesible al público, se decidió revertir el trayecto, de modo que los participantes se sintiesen más arropados por el público en su llegada a la meta.
Con los años la prueba fue creciendo y lo que al principio era una competición a nivel casi exclusivamente local, ha pasado a ser algo internacional, habiendo animado a muchos a iniciarse en la natación solamente por la motivación de participar en la Travesía a Nado Tabarca – Santa Pola.
Aprendiendo de las dificultades
Cada año, comenta Javier Quesada, han aprendido algo y añadido algún elemento más a la seguridad de la prueba, algo que siempre les ha importado mucho ya que se trata de una prueba con un nivel medio-alto de riesgo y su principal objetivo ha sido la seguridad de los nadadores.
Esto, es una de las cosas que ha hecho que la prueba haya alcanzado la magnitud de lo que es hoy en día, asegura el expresidente, pues es una prueba en la que los nadadores se siente con confianza, y se utilizan todo tipo de dispositivos de seguridad, tanto personal como colectiva, para que los nadadores no tengan que preocuparse más que de nadar y llegar en la mejor posición posible.
Como anécdota, Javier recuerda el año en que un banco de medusas interfirió en la prueba. Fue en los primeros años, había unos 200 nadadores en el agua y cundió el pánico en cuanto entraron en contacto con las medusas:
“(…) estábamos en el último kilómetro dentro de la reserva y ahí es donde empezaba la gente a gritar porque no sabían dónde cogerse, dónde subirse (…)” cuenta Javier, recordando el caos que se vivió en aquel momento.
En una época en la que todavía no existían los elementos de logística con los que cuenta hoy en día la organización del evento, el caos se hizo aún mayor cuando los nadadores empezaron a desembarcar en bandada de los barcos a los que se habían podido subir presa del pánico, y fue un momento de mucha tensión para los organizadores al no saber si todo el mundo estaba sano y salvo.
Por suerte nadie salió gravemente herido y, hoy, eso es una anécdota que comentan entre compañeros de club, e incluso los que participaron por entonces, incluido el propio Javier que ese año realizó la travesía.
Una travesía que nunca se ha cancelado
Aunque durante todos estos años han sido muchas las adversidades de todo tipo, la Travesía a Nado nunca ha llegado a cancelarse, más que en tiempos de pandemia, pero nunca por motivos de la organización ni del tiempo.
Incluso un año en el que el mar no acompañaba, la organización decidió postponer la prueba, pero se reanudó en cuanto las condiciones del tiempo fueron favorables, y, un año más, no decepcionó a sus participantes.
“(…) hablamos con Ayuntamiento hablamos con las empresas que nos montaron las carpas, con tabarqueras, con todo lo que se podía y, cuando nos dijeron que adelante, pues dijimos vale” comenta Javier recordando que también fue un momento muy complicado, ya que muchos participantes venían desde lejos y habría sido un duro golpe.
De momento, aunque se les ha planteado, no se ha contemplado en dividir la prueba en varios días, ya que, obviamente, es un gasto extra en infraestructuras y todo el trámite no depende solo de la organización, ya que, todos los años, han tenido obstáculos como lo es la ley de costas con la que el Club Alone batalla todos los años para sacar la competición adelante, y, hasta ahora, lo han conseguido.
Media vida dedicada al Club Alone
Aunque Javier ha decidido que ya no estará a la cabeza del club Alone ni de la organización de la Travesía a Nado, asegura que seguirá participando de forma activa, ya que es una competición a la que guarda mucho cariño, pero ha decidido pasar el relevo a otras generaciones.
Implicado como lo ha estado siempre, y aunque recuerda momentos duros como el banco de medusas o todo lo que ha tenido que batallar en temas burocráticos para sacar la prueba adelante, también recuerda con cariño a toda la gente que ha conocido a lo largo de los años gracias a la Travesía a Nado, a sus compañeros, y todo lo que ha aprendido estando a la cabeza de tan importante evento a nivel nacional.
Y, aunque ha dedicado mucho de su tiempo personal a la travesía, no se arrepiente de nada, ya que ha podido presenciar cómo esta pasaba de ser un evento entre amigos a ser un evento que ha fomentado el deporte tanto dentro como fuera de la localidad. Y que también se ha visto arropado por todo tipo de organismos y de gente.
Lo único que Javier pide de cara al futuro es que Santa Pola disponga de su propia piscina municipal, de modo que jóvenes de la localidad puedan instruirse como nadadores y que Santa Pola sea también pionera en el deporte de la natación.
Sus agradecimientos
Sobre todo, Javier Quesada quiso dar las gracias a sus compañeros, por aguantarle, especialmente en los días previos donde el humor de todos se vuelve más susceptible debido a los nervios.
“(…) nos vamos a decir una palabra más fea que otra, pero no hagáis caso que la semana que viene cuando ya haya pasado esto nos vamos a querer todos otra vez igual” aseguró Javier, riendo, y es que es inevitable sentirse nervioso cuando se trata de un evento tan importante.
Lo que está claro es que el Club Alone siempre ha puesto todo su empeño y esfuerzo en que la prueba saliese impecable y mejorase cada año, tanto en seguridad como en otros aspectos, trabajando diez de doce meses al año, de forma desinteresada, por y para la Travesía a Nado Tabarca – Santa Pola, y eso no pasa desapercibido.