Álvaro Peña retoma en esta serie una coreografía espartana, sometiendo sus piezas a un ritual vertiginoso, a un sistema que se nos presenta siempre en constante desarrollo, haciéndolo parecer inacabado, sometido a la evolución permanente que impone la cadencia de la pincelada y los campos cromáticos. Ahora, en un momento en el que ya no parecen funcionar los mensajes de masas; en estos tiempos en los que el observador, el receptor, aspira a que se le hable como una individualidad –un cambio de paradigma que hace que tengamos que replantearnos la pintura, el arte, como un asunto experiencial único e intransferible–, obligando al artista a encontrar un equilibrio, entre la historia global que pretende contar y una estrategia de comunicación válida, de tú a tú, con su consumidor potencial, urgiéndole a salir del espacio de confort que suponía pertenecer a la estructura sofisticada denominada cultura.
Su muestra, la Liturgia de la Línea, se inaugurará el 13 de julio, a las 20.00 horas, en el Museo del Mar.