YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO LA PICOLA
 

Del emporium íbero a zonas industriales, comerciales, templos y viviendas romanas

 
Lunes 31 de marzo de 2025 0 comentarios
 

Desde la Picola hasta el Palmeral, el catedrático Jaime Molina nos ofrece una “vista de pájaro” impresionante del subsuelo santapolero, altamente protegido y con un potencial inmenso

Dentro del primer ciclo dedicado a la Arqueología y los Museos del Mediterráneo, organizado por el Museo del Mar de Santa Pola, tuvo lugar la conferencia del catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante, Jaime Molina (con la conferencia ‘Yacimiento arqueológico La Picola. Investigaciones recientes e instrumentos de investigación’) .

La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Santa Pola, Nely Baile, tuvo la oportunidad de presentar a Molina, director de las excavaciones que se realizan en el Portus Ilicitanus de Santa Pola. Además, destacó que la vocación de este ciclo es seguir divulgando mediante conferencias y otras herramientas “aspectos de nuestro entorno Mediterráneo, desvelando que un museo local debe siempre trabajar en red con las instituciones científicas de su entorno”.

Abierto a todos

Prueba de ello es la serie de charlas incluidas en este ciclo, que se completarán junto a ésta: la del 26 de febrero, ‘Un paseo por nuestros orígenes, la Ílice del Portus Ilicitanus’, realizada por Mercedes Tendero, responsable del área de Arqueología Fundación Universitaria L’Alcudia UA y, un mes de después, el 26 de marzo, será Felipe Megías, arqueólogo y director de las campañas de excavación, quien nos adentre en la arqueología de la Guerra Civil en la provincia de Alicante y, concretamente, el caso de Santa Pola. Ambos profesores tendrán charlas y encuentros con los alumnos de la ESO de los centros santapoleros.

El equipo del Museo ampliará la programación con otros expertos de nuestro entorno, pero tener la oportunidad de empezar con Jaime Molina es un lujo, “ya que es, ha sido y será un gran amigo de nuestro patrimonio. Ha estado vinculado como investigador a nuestros yacimientos arqueológicos desde su juventud. Gracias por estar aquí y regalarnos tus conocimientos y afecto. En julio, ya tendremos la siguiente campaña de excavación con la UA y volveremos a contar con vuestro conocimiento”.

Basado en Santa Pola

María José Cerdá, directora del Museo del Mar, indicó que Jaime Molina ya excavaba en la villa marinera mucho antes de ser catedrático, “siempre ha estado vinculado a Santa Pola y, cuando llegué a la dirección del Museo, hace doce años, una de las primeras cosas que hice fue ir a verte y decirte que volvieras a casa. Y lo hizo, después de unos años. Desde ese momento, iniciamos las campañas en Picola, Portus y volveremos en julio a ese edificio público del siglo I para rematarlo, y contárselo al público”.

Explicó Cerdá que el Plan director, dentro del yacimiento de la Picola, ha permitido un proyecto museográfico “del que estamos a falta de la autorización de Dirección General de Patrimonio y ya sólo queda buscar la financiación para ponerlo en marcha”. Pero son muchos, muchos los años de historia y trabajo.

Hace casi treinta años

Jaime Molina inició su charla remontándose al año 1997, cuando arrancaron las primeras excavaciones, que han tenido altibajos, pero la última fase, los últimos diez-doce años, ha estado llena de satisfacciones “porque se ha conseguido proteger el yacimiento, que fuera considerado Bien de Interés Cultural y una Plan Director. Por la parte que a mí me toca, comprender bastante bien, o al menos mucho mejor, cuál fue la evolución del Portus Ilicitanus”.

El magnífico yacimiento de La Picola, “que parece que está ahí de forma marginal, pero no es así, porque la mayor parte está tapado, para musealizar el día que se pueda”, refleja el paso del tiempo de un Portus Ilicitanus que estaba rodeado de importantes poblaciones: Lucentum (Alicante), Alone (La vila), Ílici (que abarcaba desde el Portus hasta el Alto Vinalopó e, incluso, los confines de Almansa, siendo la urbe, el centro L’Alcúdia, la puerta a la Mancha).

El paisaje actual no tiene nada que ver con el antiguo. La investigación recoge toda la labor de Enrique Llobregat y otras muchas intervenciones hasta llegar a ese Plan Director, donde se ha trazado la línea de evolución. “Algunos de los grandes elementos relacionados con la arqueología santapolera, como pueden ser el famoso sarcófago o algunas de las grandes piezas que no están aquí, porque en esos momentos los objetos se llevaban a otros museos de referencia. Pero se ha superado esta fase, con otros muchos trabajos científicos, entre los que quiero destacar el realizado por la Casa Cervantes en el Fortín Ibérico, con una publicación que, pienso, no se valora lo suficiente (ya que es famosa en toda Europa)”.

La Universidad de Alicante entra tras la excavación de la parte íbera, con elementos de influencia griega, para centrarse en toda la sección romana. “Afortunadamente, siempre ha habido muchas publicaciones y Santa Pola no ha dejado de aparecer en la literatura científica. Todo eso, se ha recogido en el Plan Director, cuyo objetivo es analizar lo que hay, valorar posibilidades y plantear líneas de desarrollo”.

Amplia zona

Aunque sólo afecta a un lado periférico de La Picola, en distintas campañas de excavación, de prospecciones de georadar (en colaboración con la Universidad de Cádiz) no invasivas, se tiene un buen conocimiento de las áreas de la ciudad. “Viguetas, cementerio, Portus, Domus y muy espectaculares han sido los hallazgos de estructuras y edificios, muy probablemente el muelle del puerto, en lo que es hoy día el Mercadillo de Viguetes. Se observan plazas y almacenes (Orrea, con estructuras muy similares a los encontrados en el Tiber o en Ostia) en toda la zona del cementerio. Más calles, plazas, viviendas...” todo conformaría una especie de ‘isla’ a vista de pájaro desde el Cabo, pero en realidad hablamos de una península, con una línea de costa mucho más retirada que la que se tiene hoy en día”.

En el yacimiento de Picola se mezcla desde lo íbero hasta el siglo V romano, “la mejor secuencia de toda la evolución histórica es la del Portus Ilicitanus. Tendríamos inicialmente un fortín, con unas pequeñas casas o construcciones, un pequeño emporio, donde se realizarían intercambios comerciales con griegos, fenicios y poblaciones ibéricas. Urbanismo ibérico, de hecho, uno de los yacimientos más grandes encontrados”.

Paisaje distinto

Como se ha comentado anteriormente, se ha comprobado que la fisionomía del paisaje ha cambiado enormemente. Hay que imaginarse una zona prácticamente inundada por la llegada de los aluviones de agua provenientes de los desbordes del Vinalopó y Segura. “Si lo inundamos todo, como dice Aviano, se ven tres islas: el Cabo de Santa Pola, la Sierra del Moral y la Isla de Torrevieja. Que no son tales, pero estarían inundadas”.

Los primeros restos romanos son de época de Augusto, pues el Portus se forma a la vez que la colonia de Ílici, “y aquí se ha encontrado un barrio artesano, con hornos, hornos de vidrio y resto de área productiva artesanal vinculada al comercio”. Más adelante, en los siglos I y II, tenemos grandes almacenes “y cuanto más comercio hay, más almacenes necesitas. Vienen barcos, se descargan y no sólo van a Ílici o Lucentum, también al interior de la meseta. Los almacenes son altamente parecidos a los del yacimiento del Portus y como puede haber en la misma Roma. En Portus vemos las grandes habitaciones rectangulares, dedicadas al almacenamiento de trigos, ánforas, toneles, etc. Al fondo, siempre estaría el muelle, con los barcos atracados y viviendas, porque todo puerto necesita personal. Alguna gran casa, como puede ser la Domus, y un enorme tráfico de comerciantes y trabajadores y esclavos para carga y descarga”.

Crisis en el Imperio

Llega el siglo III, con una crisis que recorre todo el Imperio, “al principio, se abandona y entra en decadencia. Pero, como es un puerto, dependerá del comercio. Se detecta, al igual que toda la zona Mediterránea, la recuperación en el siglo IV y, no sólo eso, también a mitad del siglo IV se construye un verdadero complejo de producción de garum (porque se han encontrado restos de pescado pequeño en las balsas que se conservan)”.

Hablamos, incluso, de que el germen de Santa Pola pudo contener la mejor de las factorías de toda la zona, abarcando desde Málaga a Valencia, “con cisternas de agua dulce; un horno para producir sal; balsas de fermentación; zonas de descarga; patios y una sala con mosaico, que sería la usada para las reuniones con los grandes comerciantes que venían a por el garum, pues se embarcaba y distribuía a todos lados”.

La factoría tiene un gran patio central, con zonas altamente decoradas, con mosaicos y pinturas en las paredes, “unas oficinas, para la firma de las compraventas, más armarios, archivos para documentos y que iría en paralelo al desarrollo de la Domus, con grandes casas que se empiezan a establecer en el siglo IV. Es la segunda época dorada del Portus Ilicitanus (la primera entre el I y el II y, la segunda, que iría del IV al V)”.

Estos procesos de desarrollo y contracción datan de las mismas fechas en toda la zona, “que dependía del gran puerto de Cartagena. El gran complejo productivo de aquí se focaliza en el garum, un aditivo carísimo, pues es un gran potenciador del sabor, y se añadían sólo unas gotas en las comidas. Si cogemos las recetas de cocina romana, casi todas lo llevan porque, en realidad, no tiene un sabor a pescado, sino a las grasas fermentadas, tratadas con sales y plantas y aromáticas. Mejora tanto olores como sabores en la cocina romana”.

Un ambiente “rústico”

Jaime Molina explicó que el ambiente, “no sería precisamente limpio, sino altamente cargado de olores, por la presencia de las enormes balsas. Sería muy cargado, muy rústico. Estaba prácticamente al lado de la playa, donde las balsas traían el pescado y comenzaban a tratarlo para hacer el garum. De hecho, y eso ha sido un hito, encontramos un ánfora que se les rompió mientras limpiaban las balsas. Dentro había restos de espinas, de escamas, etc. Lo interesante es que estas ánforas no parecen estar fabricadas aquí, sino en Murcia, muy probablemente de los hornos que se están encontrando al norte de la provincia”.

Habría en Santa Pola un gran comerciante de la zona de Cartagena que pactaba con los productores de garum, vendría con barcos, lo envasaba y terminaba tanto en Roma como en todo el Mediterráneo. “El horno hallado, suponemos, podría servir para la obtención de sal por evaporación”.

Ricas tumbas

El abandono nos viene dado por restos datados a finales del siglo IV y principios del siglo V, “la prueba es que se dan aquí enterramientos. Para la realización de algunas fosas tuvieron que excavar un muro”, lo que demuestra que estaba tapado o colmatado y no sabían lo que era esa parte del terreno que pisaban.

“Los muertos iban en caja, porque la mandíbula estaba desencajada, algo que no pasa si están enterrados directamente en la tierra, que compacta. No se han detectado grandes ajuares, aunque no pensamos que fueran pobres, porque hemos encontrado unas pequeñas botellas que sólo existen dos ejemplares en el mundo, una en Alemania, en el Limes, y otras aquí”.

“La mayor especialista del mundo en vidrios contactó con nosotros para pedirnos el estudio arqueológico con muestras de los vidrios. Se ha publicado el análisis en una de las mejores revistas y se ha demostrado que venían de Egipto”. De ahí el que se deduzca que, pobres, no eran, “porque no sólo tienen piezas venidas del lejano oriente, sino que se entierran con ellas. Eso es un gran signo de prestigio”.

Estos individuos tenían cierto nivel económico, “más un pequeño tesorillo de 35 monedas, que nos ha permitido datar todo el conjunto sobre la segunda mitad del siglo IV (353-354 d.C.)”.

Tráfico comercial

No existe el tráfico comercial en época republicana, sino a partir del reinado de Augusto, “y al arrancar esta zona, se hunde Lucentum, estando casi abandonada a mediados del siglo I. El Puerto de Ílici, la capital de la zona, lucha con mucha ventaja frente a la pequeña bahía que es Lucentum, con problemas para amarrar unos grandes barcos que optaban por venir al Portus Ilicitanus”.

En el Portus remonta el tráfico comercial en una fase más tardía, “disparándose en el siglo IV -aunque sin alcanzar los volúmenes comerciales de los siglos I y II”.

Plan director

Gracias al Plan Director se planificará el yacimiento en su contexto urbano, “que ayudará a los técnicos de Urbanismo y a nivel político para plantear un futuro, desarrollar sus accesos y ver cómo se pueden aprovechar: dónde poner un parking o un edificio para recoger a los visitantes, etc.”.

El objetivo del Plan es diseñar la mejor forma de aprovechamiento de todos los recursos: qué zonas irán con pasarelas, qué zonas necesitan un techado o recubrimiento (como puede ser la de las balsas de garum), qué reproducciones y cuadros informativos, etc.

Todos los trabajos realizados a este respecto pueden consultarse en la web del Museo del Mar y Jaime Molina, además, corroboró que han aparecido los más que posibles restos de otra Cetarea en la zona de Viguetas. Es decir, que no sólo habría una, sino dos factorías de venta y producción. “Como el Castillo no se crea sobre la zona del Portus Ilicitanus, el crecimiento de Santa Pola se desplaza hacia allí y, aunque hasta ahora lo supera, la zona de crecimiento ha sido aquella. Se han conservado muy bien los restos porque no ha habido construcción. Viguetas, al ser un mercado pavimentado, están más factorías, más Cetáreas”.

Por si fuera poco, toda la zona está rodeada de aljibes, “el 80% del Portus eran almacenes y fábricas. Pero también habría casas para los trabajadores. Sería un complejo industrial y único pero, por suerte, aquí sí se puede estudiar, cosa que no pasa en ciudades como Cartagena. Tenemos aquí una reserva fantástica que se puede investigar sin prisa”.

La joya

La joya de la corona pivota sobre una de las grandes hipótesis, “que se desvela tras coger el plano de los yacimientos. Observamos el Portus, la Domus romana del Palmeral, y tenemos una pieza de un altar a Venus que sale del parque del Palmeral (y que se conserva en el MARQ) y que puede ser desde un templo a la misma Venus o un edificio público. Puede ser un edificio de culto o, incluso, toda una zona de templos. Los navegantes, antes de echarse a la mar, siempre acuden al templo”.

Por otro lado, uno no acudía a un notario para la firma de un contrato, “sino que acudías a una zona protegida por los dioses para dar fe. Si incumplías el contrato, los dioses te castigaban. Puerto y templos van de la mano (cosa que se repite en Ostia) y, al igual que Viguetas es la zona industrial, en esta otra aparecerían un mínimo de tres templos. El de Venus, seguro... pero en julio sabremos un poco más”.

En los almacenes del Museo del Mar se encuentran restos de mármoles de grandes estatuas, más las bases de estatuas, “y los últimos dos años han sido apasionantes”, apuntó María José Cerdá, “pues se están trabajando y publicando hipótesis para que queden avaladas de forma científica”.

Fortaleza íbera

A preguntas del público, Jaime describió los restos del fortín íbero como el primer gran descubrimiento realizado en la zona, “siempre pivotando sobre la hipótesis de que Alone fuera Santa Pola. Sobre esta hipótesis se conocía un yacimiento íbero en La Picola, y un equipo francés excavó para corroborar que no era una colonia griega, pues Alone es Villajoyosa, pero entre los siglos V y IV antes de Cristo, este fortín, este emporio, es un recinto amurallado con calles y casas. Hay mucha elaboración de cerámica y, nosotros, hemos encontrado moneda griega, datando la presencia de comerciantes fenicios, cartagineses y griegos, y eso es lo que ha justificado el Bien de Interés Cultura”.

El fortín tiene una muralla con foso, “para que si hay maquinaria de guerra nunca puedan apoyarse. En este sitio se ha encontrado magnífica cerámica griega e íbera, lo que no quiere decir que fuera una colonia, sino que es un emporio. Un lugar al que acudían comerciantes púnicos, con Ibiza como la gran distribuidora de productos. Las dos colonias griegas en la península son Ampurias y Rosas y, lo que los romanos llaman colonias, eran emporios”.

Un emporio es un lugar bien defendido, neutral, con autoridades religiosas que vigilan los intercambios y donde tiene que haber patente de corso, “porque no puede ser propiedad de ninguno. Esta es la construcción propia de un emporio, de un puerto, de un área de intercambio amurallada y bien protegida y vinculada al ámbito íbero en un lugar privilegiado, en una especie de península por la que pasan los barcos”.

El siguiente punto de intercambio lo encontraríamos en Campello, “porque los poblados íberos están en el interior, como puede ser L’Alcúdia u Orihuela”.

Otras viviendas

Aparte de la Domus romana que se conserva a la vista, “en toda la zona, tapadas, hay planos documentados que reflejan un parque de viviendas. La Domus es una muy rica, porque está llena de mosaicos, pero toda la zona del parque era un barrio. Parecería que Viguetas es el muelle, con los almacenes y la zona industrial. En medio habría templos y toda la parte de viviendas sería la zona del Palmeral. Picola, por lo tanto, es una industria ubicada en la parte periférica, algo normal, porque apestaría por culpa de la fermentación del pescado para hacer garum”.

 

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