El pasado 12 y 13 de mayo tuvo lugar en la Biblioteca Municipal de Santa Pola la presentación del libro “Los Múrtula: marineros, comerciantes y propietarios del S. XIX en Santa Pola”, enmarcado dentro de la “Col.lecció Quaderns de Santa Pola Sèrie Bàsica”.
Antonio Baile Rodríguez, es el autor de esta obra y otros títulos como “Santa Pola 1900-1949” publicado en 2019 y “Santa Pola 1800-1899” pendiente de publicar debido a la pandemia pero que muy posiblemente vea la luz a finales de 2021.
En la primera parte del trabajo presentado y a través de una investigación meticulosa de los protocolos notariales, se explica la titularidad de la tierra en la localidad y cómo en 1807 el Conde de Altamira, obligado por los apuros económicos, vende el caserío de Santa Pola, San Francisco y los Carrizales de Elche a Manuel García de la Prada que fue alcalde de Madrid. Aquí incluye el autor, entre otras, la extensión de la Senia y de la finca del Barrio cuya cabida era de 700 y 1.300 tahúllas respectivamente; y sitúa el aljibe de los romanos en la entrada del cementerio a la altura de las primeras casetas; así como la venta de la Albufera en 1893 a Alfonso de Llorens y como la aporta en 1897 a la sociedad Salinas Bras del Port.
El segundo capítulo, se dedica a la saga familiar de Los Múrtula, que se inicia con la llegada a principios de siglo de Ángelo Múrtula Ruso que es capitán de Marina y que contrae matrimonio con la santapolera Francisca Antonia Santo y tienen seis hijos, de los que el autor consigue elaborar un árbol genealógico con más de doscientos miembros, y refiere que muchos de ellos aparecen desempeñando cargos en asociaciones sanitarias, benéficas, parroquiales, de la administración de Marina, judiciales y/o municipales. Su capacidad económica, tras García de la Prada, les convierte en los mayores propietarios de suelo del caserío de Santa Pola; también adquieren propiedades en Monforte, Guardamar y La Marina del Molar. Como marinos sus embarcaciones fondean y comercian con todos los puertos de la costa mediterránea española peninsular e insular, y con los de la costa africana en donde algunos de ellos se instalan, domicilian y abren negocios. Desde 1856 hasta 1900 consiguieron ser propietarios de más de tres millones de metros cuadrados, la mayoría de ellos comprados a los herederos de García de la Prada en la segunda parte del siglo. Su militancia política abarca todo el espectro político de la época y tres de sus integrantes ocupan uno la Alcaldía de Santa Pola y dos la de Elche.
El tercer capítulo “Los intentos de apropiación de lo Común”, lo dedica el autor a desentrañar y poner de manifiesto una serie de artimañas y alteración de las escrituras notariales y sus lindes por los que Antonio Múrtula Santo se apropia de varios terrenos incluidos los de la Glorieta que eran “redonda y ensanche del Castillo” y que habían pasado a propiedad municipal cuando este se cede al pueblo. También, refiere el autor la sentencia en 1881 cuyo fallo recae contra el Ayuntamiento de Santa Pola y que se fundamenta en el Código Civil de 1855 por el que la parte demandada no podía ejercer su defensa ni tenía derecho de audiencia si el demandante aportaba tres testigos y aportaba una fianza de dos mil quinientas pesetas.
En definitiva, este libro supone una nueva aportación para un mejor conocimiento de la historia de Santa Pola.