LA LEY DEL MAR
 

Una historia para la posteridad que puede servir para despertar conciencias

 
Viernes 26 de enero de 2024 0 comentarios
 

En 2024 se cumplen 18 años del rescate de 51 inmigrantes en aguas maltesas por parte del barco santapolero Francisco y Catalina. Una historia que se creía “olvidada ya” para su patrón, Pepe Durá, que asegura se debería haber “pasado página”. Su mujer, Pepi Irles, quien desde tierra ayudó a coordinar y a llevar, literalmente, a buen puerto esta aventura humanitaria que puso en el punto de mira la horrible situación que atraviesan miles de personas migrantes, afirma que “se debería haber olvidado. Ha pasado mucho tiempo y creíamos que estaba en el olvido. Ha vuelto a resurgir”.

Coincidiendo con el lanzamiento de la serie que relata la aventura, La Ley del Mar, mantuvieron una charla con el Periódico Santa Pola, donde se abrieron a desvelar parte de esa intrahistoria que no reflejaron los medios. Para empezar, respondieron al porqué del nombre Francisco y Catalina: “Porque ese barco lo compré de segunda mano. Yo tenía uno más pequeño, hice un intercambio. Yo era de palangre y ellos de nasa”, explicó Durá, añadiendo que siempre se había criado en la nasa, “y tanto a él como a mí nos vino bien el cambio”.

De hecho, Pepi explica que “todo el mundo creyó que eran nuestros nombres, yo Catalina y él, Francisco”. Un hecho que se sigue repitiendo a día de hoy. “Da la casualidad que la familia de mi marido es conocida en Santa Pola con el sobrenombre de ‘Los Catalinos”. Pensaban que venía por su abuela y su tía, que se llamaban Catalina. Y no, simplemente eran los antiguos propietarios”.

Pasó a la historia

Ese pesquero ha pasado a la historia, “está desguazado porque le llegó su día. El barco estaba nuevo, porque le hice una inversión tremenda y lo dejé a punto. Estaba fantástico. Pero por diversos motivos, entre ellos porque teníamos otro barco”, afirma Pepe. Su esposa aclaró que “para comer y vivir, con un barco tenemos suficiente. Era mucha lucha mantener dos barcos”.

El matrimonio sigue teniendo una fuente de ingresos con la gestión de un barco, aunque Pepe está jubilado y no va al mar, “lo lleva mi hijo”. Hijo que ha vivido la misma situación hace cuatro o cinco años escasos, “pero en una situación peor, porque las autoridades se desentendieron. Tuvo que trabajar con los migrantes a bordo, porque nadie movía ficha”, incide Pepe. “Y todos los migrantes vomitando, malos”, apunta Pepi, “no les quedó otra cosa que trabajar. Porque ellos están ahí para trabajar y, si pasa algo, rescatar a quien se tenga que rescatar”.

Un barco de rescate

Lo peor de todo, indicaron, es que “tenían un barco de rescate justo al lado, pegado a ellos. Un médico iba todos los días a verlos”, asegura Pepi. Su marido es más tajante: “con tantas leyes que hay, la verdad es que, si tu los recojes, te comes el marrón tú. Así hasta que decidan. El barco de rescate está para rescate. Yo te los puedo trasladar, y ellos deberían hacerse cargo. Les pasas a los hombres que has salvado de ahogarse y vuelves a la faena. No se puede pretender que una barco de faena sea un barco de rescate, que no está preparado para ello”.

No les consta de primera mano, pero sí que se supone que ha habido otros pesqueros que han mirado hacia otro lado, especialmente italianos. “En nuestro caso, se pudo tardar ocho o diez días, pero la situación se resolvió”, afirma Pepe, agregando que “he escuchado casos de Italia mucho más graves. Muchos problemas, con interrogatorios y todo. La gente que va a trabajar no quiere problemas, sólo ayudar. Si encima de que salvas vidas, te martirizan, habrá otra gente que diga no ver nada, que mire a otro lado. De todo hay en la viña”.

Reconocen que un rescate en alta mar no es la intención primaria de los migrantes que están en la patera, “porque son sabedores de la situación, saben qué va a pasar. Pero si están a punto de la muerte, es duro. Con lo oscuro que está el mar, por la noche, caerte al agua, desde allí, es la muerte. Porque no saben ni nadar”, dice Pepi. Su marido añade que “saben que hay gente que caerá por el camino, que es algo que ocurre. Pero no piensan en ello, porque en su interior quieren llegar a toda costa”.

Los actores

Centrándose en la producción de la serie, detalla que el propio Luis Tosar se puso en contacto telefónico con Pepe Durá para conocerlo en persona, “para tomar un café. Pero Pepe no podía, porque estaba acudiendo al barco. A las dos o tres semanas repitió la llamada, para comer con nosotros. En un descanso de un rodaje que tenía en Alicante, lo hizo y nos conocimos”, desgrana Pepi.

En cuanto a Sonia Almarcha, la actriz que da vida a Pepi, ella la conoció también en el descanso de un rodaje. Pepi declara que todo este proceso ha sido “una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Gratificante, porque conocer a actores de esa categoría y comprobar que son tan llanos, tan cercanos, para mí ha sido precioso”.

Durante el rodaje, Pepi ha participado en algunas tomas, “en Alicante, en el desembarco, como si fuese el puerto de Malta. Vestida de Protección Civil. Pepe hizo doble de su doble, porque había una acción que no podía realizar Luis Tosar. A él lo sacan de espaldas, ya que puso la condición de que no saliera su cara. De hecho, le ofrecieron un papel, y dijo que no. Y mira que Alberto, el director, no paró de insistir”.

Como el tiempo de rodaje está tasado, y era imposible sacar la toma de otra manera, “Pepe acudió allí por hacer un favor, porque Luis no podía”, explicó. “Cuando estaban en Santa Pola bajaba casi todos los días”, nos cuenta Pepi, “me ponía a un ladito y disfrutaba. Muy bonito y muy emocionante. Sobre todo el principio de la serie, donde se puede ver la despedida en el muelle. Cómo llega Luis con el coche, se despide de la mujer y marcha al barco. Eso lo he hecho toda la vida... y lo sigo haciendo. Lloré cuando me ví allí reflejada. Me fuí, regresé, y estaban haciendo otra toma. Volvía a llorar, porque era mi vida la que salía allí... las mochilas, mi hija (tengo dos más), mi marido. En otras cosas no me he visto tan reflejada, pero aquí sí”.

Ficción y realidad

Sólo han podido ver (en el momento de hacer la entrevista) un capítulo de los tres. “En unos puntos nos refleja bien, en otros no, porque hay que meter ficción para poner dramatismo. Sí sale nuestra realidad, la de las mujeres de los marineros”. No quiere desvelar Pepe qué partes son realidad y qué partes son ficción, “porque no hay que desmontar la historia”.

Sí que hay discrepancias con la realidad. No es un documental, y lo quieren dejar claro. Es una ficción basada en hechos reales y, esperan, que la gente de Santa Pola sepa diferenciar. Pepe está seguro de que la gente de mar “sabrá ver las diferencias del barco, del trabajo, sobre todo los del oficio, pero sólo somos cuatro. Creo que muchos lo tomarán como real todo, pero no es así”.

Pepi espera que esta serie suponga un bien para estas gentes, “para que la gente se haga eco de la situación, de lo que tienen que atravesar. Si también es bueno para el pueblo, a nivel de imagen, pues bienvenido. Además, esto quedará para la posteridad”.

Finalmente, quiso agradecer a todos los implicados el enorme apoyo que les han dado, “yo iba al puerto a ver cómo rodaban y, desde la peluquera hasta el director, se volcaban conmigo”, cuenta Pepi, “una cosa increíble”.

 

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