Eliminar el estigma social, compartirlo con nuestro círculo de amigos y familiares e iniciar el camino de la curación subiendo los tres primeros escalones: alimento, pensamiento y movimiento
La psiquiatra Sofía Belló Pérez agradeció el enorme respaldo social obtenido en la charla ‘Aprender a manejar el estrés y la ansiedad’ y de cómo este último concepto ha ido ganando terreno en la sociedad: “en años anteriores, eso era impensable. La salud mental era tabú”.
Una charla enfocada a gente joven, pero a la que terminó acudiendo bastante gente mayor, “jóvenes había, acompañados por sus padres, pero también se sumaron otras muchas personas. Tampoco dijimos que hubiese un límite de edad”. Además, tampoco podemos olvidar la asistencia de padres que acudieron a informarse sobre la situación que están pasando sus hijos. Sofía lo corrobora: “pues una de las mujeres que preguntaron directamente, se refirió a cómo podrían brindar ayuda”.
Sofía Belló cursó medicina en la Universidad Miguel Hernández, MIR en Psiquiatría en Teruel y declara que “antes de estudiar medicina ya estaba fascinada por la mente humana, “así que estaba confusa, entre psicología, neurología o psiquiatría. Al final, me dí cuenta de que lo que reunía todo era esta especialidad. Por otro lado, siempre se me ha dado bien el escuchar y empatizar con las personas”.
No es lo mismo
Estrés y ansiedad, aclara Belló, no son lo mismo, pero sí están muy conectadas. “La diferencia entre ambas reside en la presencia o no de motivos externos. La ansiedad puede aparecer sin motivos externos evidentes, reales. El estrés tiene un motivo real: trabajo, familia, catástrofes climáticas, guerras... siempre hay algo exterior que justifica esos síntomas”.
Asegura que la mayor parte de las personas tiene un problema con el acudir a una consulta de psiquiatría... “por el estigma social que conlleva”. Normalmente, las primeras preguntas que le formulan suelen dirigirse a la percepción externa del problema: “¿ésto sólo me pasa a mí? ¿Es común? ¿Es raro? ¿Me voy a volver loco?”.
Pero, sobre todo, la gran duda que plantean es: “¿Cómo puedo salir de ésta? ¿Cómo lo gestiono? ¿Qué puedo hacer?”. Sin olvidar el tema de la medicación, “que da mucho respeto, en general”.
La frontera
Es complejo el saber trazar la línea, la frontera que separa al estrés cotidiano con un trastorno de ansiedad, lo que requeriría una atención profesional. Sofía Belló tiene claro que el principal punto para ponerse en manos de un profesional es “cuando notamos que nos limita o desborda en nuestra vida habitual. Es hasta positivo tener un punto de estrés, es lo que evita peligros, nuestro sistema de alarma. Pero cuando ésto nos impide sobrellevar la rutina diaria, es el momento adecuado para pedir ayuda”.
La psiquiatra entiende que es imposible eliminar estos dos conceptos de nuestra vida, “pues debemos interpretar qué nos quiere decir esta alarma que ha saltado. Hay algo que tenemos que cambiar, entenderlo y aprender a gestionarlo. Habrá épocas mejores y peores, pero no podemos olvidar que es un mecanismo de defensa que todos poseemos, no puede desaparecer”.
Atrapados en la red
Las redes sociales son un gran generador de estrés y ansiedad, que nos conducen a pensar que todo lo podemos conseguir ya y rápido. Nos comparamos con otras personas que podemos considerar que son como nosotros y que han conseguido lo que queremos nosotros, “pero hemos de ser conscientes que ellos no muestran la realidad”.
Los mecanismos de funcionamiento de las redes, los algoritmos con los que operan, alimentan perjudicialmente a nuestro cerebro con rapidez, gratificación inmediata y conceptos que no son reales, “porque no es el mundo real”.
Técnicas efectivas
Aunque es imposible generalizar, porque cada individuo opera de una forma distinta, sí que hay técnicas (como el mindfullness) que funcionan a muchos, “pero a alguien le puede poner nervioso”. Apunta que los primeros escalones terapéuticos “son el pensamiento, el alimento y el movimiento”.
Con el pensamiento, “a través de la psicoterapia, podemos averiguar qué es lo que estoy viendo y haciendo de una manera errónea, qué debo cambiar para mejorar. Alimentos como el magnesio, la vitamina D, la B12 o el cacao puro nos ayudan a la hora de mejorar nuestra microbiota y, finalmente, el ejercicio físico tiene un efecto a nivel cerebral muy fuerte, como si de una medicación se tratara”.
Hombres y mujeres
Epidemiológicamente, los cuadros de ansiedad se presentan más en mujeres que en hombres, “de hecho, la mayoría de las personas que acudieron eran mujeres”, expone Sofía Belló, quien especifica que “en parte, tiene que ver con la base hormonal, aunque la ansiedad es multifactorial. La parte fisiológica, como la diferencia hormonal entre hombres y mujeres” es un factor que causa una mayor incidencia. Otro de los aspectos que marca la diferencia es el aspecto social, “de más carga mental en la mujer con respecto al hombre”.
Tampoco hay que olvidar que el tabú está mucho más presente en hombres que en mujeres, “pues ellas lo comparten más y están más dispuestas a encontrar una solución terapéutica. De hecho, estoy segura de que, en la charla, había muchas mujeres que venían a buscar una solución para hombres de su entorno”.
Rangos de edad
La ansiedad es un cuadro patológico trasversal a nivel de edad, pudiendo afectar tanto a niños como a personas de edad avanzada. Sin embargo, hay diferencias en las manifestaciones de la misma. “Por ejemplo, los niños tienen más somatizaciones. Lo expresan a nivel corporal, con dolores de tripa, de cabeza, etc”.
Los jóvenes son más intensos, más límites, más dicotómicos. Un todo o nada. Su clínica presenta comportamientos más obsesivos, más cercanos a la personalidad límite.
En la mediana edad, preferentemente en mujeres, “suele ser a nivel ansiedad generalizada, en el día a día, en su forma de vida, con palpitaciones, pensamientos negativos, obsesivos... pero depende más de la personalidad que de la edad”.
Prevención
Una ansiedad no tratada a tiempo puede desencadenar una depresión, “u otros trastornos mentales de mayor calado”, especifica Sofía Belló, “más cuando terminamos por normalizar una situación”. De ahí que sea realmente importante empezar a cuidarse el cuerpo, “para así cuidar la mente”.
A largo plazo, el estrés y la ansiedad, “causan somatizaciones a nivel físico, tales como el dolor crónico, cefaleas, problemas intestinales o en el sistema inmune. De hecho, cualquier patología que se tenga puede estar provocada por la ansiedad”. A la inversa, ocurre lo mismo, “si no tenemos la microbiota intestinal en buen estado, porque nos alimentamos mal, nos predispone a padecer más trastornos mentales”.
Para poner una barrera a todo esto, hay una máxima antiquísima: Mens sana in corpore sano. “Porque si no se tiene un cuerpo sano, nos limita nuestro funcionamiento mental. Y a la inversa”, declara la psiquiatra, quien desgrana que “esto me lo decían a mí desde la facultad”.
Amigos y familia
El apoyo familiar y de nuestro entorno social es realmente importante. “Deben entender en qué consiste la ansiedad, empatizar y esperar que la otra persona tenga sus tiempos y pidan ayuda. Saber comprender por lo que está pasando y no juzgar”.
A un nivel más individual, recomienda a todas las personas que estén pasando un mal momento o que sus más próximos lo estén experimentando, que acudan a lecturas como ‘El poder de la ahora’ (Eckhart Tolle) o a recursos on-line, “como pueden ser audios de mindfullness, de meditación guiada” y, muy importante, “hacer deporte, tomar el sol, vitamina D, alimentarse bien, socializar y buscar apoyo psicológico si nos encontramos desbordados”.
Medicación
La medicación la considera necesaria cuando “los síntomas que experimentamos nos limitan en nuestra vida diaria. Si usamos los escalones de apoyo físico y mental, y conseguimos no vernos limitados, es oportuno que sigamos así. Si lo hemos hecho, podemos acudir a la medicación”.
Existen otras vías, con menos efectos secundarios, “no tan invasivas, como la estimulación transcraneal directa, que usamos en la clínica”. A esto se suman nuevas terapias y tratamientos que surgen gracias a la investigación científica tanto en psiquiatría como en psicología. Un futuro, apunta, “muy orientado a la neuromodulación. Al final son técnicas diferentes, como la estimulación magnética, por corriente directa, donde ganamos estimular a un nivel igual a la medicación, pero sin efectos secundarios”.
La microbiota y la alimentación también lideran las técnicas de investigación, “hay gente que opina que, en un futuro, los psiquiatras recetaremos probióticos”, afirma.
Mensaje
Lo que ella transmite a sus pacientes es que “no están solos”. Insiste en que, si no nos ha pasado alguna vez, “nos pasará en algún momento de nuestra vida, en el que la ansiedad nos llegue a desbordar. A ellos les digo que tenemos que dejar a un lado el estigma social y buscar ayuda. Así podremos atajarlo antes y evitar problemas futuros”.
Como nota final, le gustaría que “la psicología y la psiquiatría vayan de la mano” para poder encontrar soluciones para el manejo de la ansiedad, “no de forma independiente”.