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Armonía, inmortalidad y el uso de la palabra escrita

 
Sábado 26 de octubre de 2024 0 comentarios
 

Pascual Antonio Ruso Alba, padrino del curso 2024-25 del IES Cap de l’Aljub, un referente cultural y educativo, animó al alumnado a vivir el momento, a formarse y a trascender como individuos

Ángel Lillo, director del IES Cap de l’Aljub, presentó en la Apertura del Curso 2024-25, al padrino de este año, “todo un referente en la educación: Pascual Antonio Ruso Alba”, de quien hizo una breve semblanza. Pascual estudió su carrera en la Escuela de Magisterio de Alicante y se licenció en Filosofía y Letras, especializándose en Geografía e Historia, en el CEU de Alicante y la Universidad Autónoma de Madrid. Por si fuera poco, completó su formación con el Superior de la EOI de la capital, en Italiano.

“Su carrera docente comenzó en las Escuelas de Orientación Marítima y en el CP Cervantes de Santa Pola, donde ejerció durante doce años. Posteriormente, se trasladó al Liceo Español, en Roma, donde fue profesor, secretario y jefe de estudios durante 16 años”. Lillo explicó que Ruso Alba también trabajó como inspector de Educación en la Comunidad Valenciana durante doce años, durante los cuales ayudó a mejorar el sistema educativo. Ha publicado libros y formó parte del equipo de renovación pedagógica para la Reforma Educativa, en los años 80.

A nivel local, el padrino de la promoción ha tenido una trayectoria más que extensa y activa. Formó parte de la Comisión de Fiestas, es miembro fundador de Llaganyosos, ha dirigido obras de teatro y colaboró con Antonio Espinosa y Coral Levantina y formó parte de la primera asociación de vecinos de la localidad, “todo ello sin olvidar su pertenencia a la Asoc. Cultural L’Antina, de la que fue presidente y vicepresidente...” y tener el honor de haber sido pregonero de la localidad.

Historia de un Aljub

Para Ruso Alba, todo lo mentado el director, “es fruto de los años, que hacen que acumules títulos y cosas”. Hace años que dejó la enseñanza, doce en concreto, “pero no he querido perder el contacto con el mundo educativo. Para mí, es un privilegio el inaugurar el curso de un IES con un gran nombre”. Aljub... pozo en árabe, “pozo de sabiduría que emana el centro desde la montaña hacia los alumnos de Santa Pola”. Un centro prestigiado por sus éxitos docentes y por la trayectoria de sus alumnos. Prestigiado por su conocimiento en toda la provincia por su rama de FP. “Un centro excelente que atiende como un faro a los alumnos”.

Hizo valer su faceta de historiador y contó a los presentes el motivo del nombre del centro. “Mucho antes de que Santa Pola fuera tal, del siglo VII al XV, cuando se construye el castillo, la población dispersa que aquí se reunía se conocía como Cap de l’Aljub, porque había muchísimos aljibes que recogían el agua de lluvia. Un topónimo que aún mantiene uno de los barrancos más profundos, que va desde el instituto hasta la estación de buses y el mercadillo”.

Objetivo de la educación

Alguien que sea el encargado de arrancar el curso, tiene que saber de educación, del valor de la misma, “más allá de un título porque, sobre todo, ésta tiene el objetivo de formaros como ciudadanos: honestos, democráticos, solidarios. Y también diría que para que seáis felices, mucho más allá del amor o la amistad que podéis tener en estos momentos. Felicidad entendida como bienestar personal, profesional, que os haga sentiros tranquilos, quizás satisfechos, con vuestra vida”.

El premio Cervantes del año pasado se refirió a la felicidad como la “tranquilidad. Porque es cierto, uno es feliz cuando está tranquilo en su trabajo, cuando aprueba los exámenes”. Les hubiera dicho que fueran esforzados y estudiosos, “pero como es algo que habréis escuchado muchas veces,... lo mejor es hablaros de los momentos presentes. Estáis viviendo unos de los más felices de vuestras vidas. Y los recordaréis, porque partisteis de un núcleo familiar para buscar la identificación con amigos, compañeros, sentimientos, amores. La prueba de ello es que, cuando pasen los años, aparecen las cenas de promoción, y querréis veros”.

Memoria y poesía

La importancia de estos días ha quedado reflejada en el tiempo y la memoria de alumnos de un pequeño pueblo americano que, treinta años después de haberse escrito unas cartas a sí mismos en el instituto, “lloraron, se alegraron, se emocionaron, cuando pudieron leerlas décadas después”. Más cercano, puso un ejemplo próximo al centro, el del poeta Ramón Andreu, quien cursó bachillerato en el IES. “Pasados más de veinte años, publica su primer libro de poemas, “Las vanidades mecánicas”, e incluye un poema, “Cobardía para principiantes”, de cuando él estaba en el instituto”.

El poeta, quien declaraba que no fue su época más memorable, sí recuerda con cariño las charlas en las escalinatas, tras las clases, cuando apretaba el hambre y el autobús no había llegado. “Tu me hablabas del anhelo de una vida sencilla, unida al campo, a la tierra, a las cosas que importan, a la familia. Yo, mientras tanto, fantaseaba con momentos de bohemia (… ) pero eso sí, nos encontrábamos a pesar de nuestras diferencias (…) a través de la mirada del otro. (…) Posiblemente ya sea tarde para cambiar el juego, las cartas están marcadas, pero todavía guardo la esperanza, amigo mío, de que el tiempo no me devore sumergido entre mis sueños”.

No perder la palabra

Aquí se puede ver el ejemplo de los amigos que hablan del futuro: “uno se casa, otro fantasea con enamorarse y ser poeta. Éste es el ejemplo de lo que serán vuestros recuerdos. El paso por el instituto tiene momentos felices y terribles... porque tienes que aguantar a un profesor o la impertinencia de los compañeros. Como profesor os digo que, cuando pasen 25 o 30 años, cuando encontréis a un profesor, os acordaréis de ellos. Será difícil que recordemos vuestros nombres, pero para nosotros es importante, porque es un vínculo de unión, porque preparamos vidas para el futuro”.

Todo es incierto para los adolescentes, aún a día de hoy el modelo de examen de selectividad, “o las competencias”. Pero quería Ruso Alba el conservar la transmisión de la palabra, y lo hizo citando a la autora de “El infinito en un junco”, Irene Vallejo, quien se quejaba del olvido del diálogo, “porque humanizamos y amamos a nuestros aparatos, mientras somos máquinas con las personas”. Debemos, por tanto, saber manejar los instrumentos a nuestro alcance.

Afecto y cariño

Afecto, cariño y seguridad es lo que necesitan los alumnos de los profesores, “algo que he aprendido a través de los años. En ellos debemos encontrar a una persona capaz de escucharnos cuando nos abrimos. Albert Camus, de hecho, agradeció en su recepción del Nobel al primer profesor que tuvo, quien le enseño a leer, porque sintió como alumno, por primera vez, que era objeto de la más alta consideración, porque se les juzgaba como dignos de comprender el mundo. Además, el maestro no se dedicaba sólo a enseñarles, los acogía con simplicidad en su vida personal”.

Respecto a la seguridad, afirmó que vienen a través de las normas, de las pautas, “de las directrices que os dan para saber cómo comportaros, que os servirán para resolver situaciones en el futuro. Tener recursos, saber cómo resolver. Tu autoestima está bien preparada para afrontar cualquier dificultad”.

Le preocupa al padrino del curso respecto a la atención y observancia “de vuestras relaciones, de vuestra soledad. Deben los profesores saber si está bien relacionado, si los compañeros le atienden, si son buenos con él. Hablo del abuso, hecho a evitar, porque es uno de los mayores males que se pueden hacer a una persona. Vuestra personalidad, que está ya casi formada, tiene que basarse en el respeto a la individualidad”.

Trajo a colación una estadística de un trabajo con alumnos y profesores de centros de diferentes comunidades sobre el abuso. “El resultado del mismo decía que tenía un 40% de gente que acosaba por el aspecto físico, un 20% por los estudios y un 10% por la orientación sexual”.

No en redes

Los profesores tienen que trabajar en estos aspectos y, en vuestro trabajo diario, daros instrucciones exactas, fuentes precisas, “porque no valen las redes sociales. Ahora, os tienen que decir las vías adecuadas donde encontrar la información veraz. Estas fuentes os darán seguridad”.

En medio de la sociedad hedonista y consumista donde vivimos, el trabajo conjunto también sirve para desarrollar “el respeto, la justicia, la igualdad, la solidaridad, ser críticos, justos, responsables, demócratas... preservando la amistad, la honestidad, la sensibilidad... palabras mayúsculas”.

Sacó a colación la diferencia entre educar y enseñar, “porque la primera sirve para dar al mundo personas responsables, respetuosas. La segunda, para recibir conocimientos, únicamente”.

¿Sin leer?

Terminó contando una historia, una carta de una alumno de 2º de Bachillerato, que recordaba cómo en la EBAU se había eliminado el apartado de lecturas obligatorias, “y ahora se habla de lecturas recomendadas, lo que ve preocupante. La lectura es un elemento cada vez menos presente y las obligatorias era una oportunidad de acercarse a la literatura. Es comprensible que los exámenes sean más prácticos, pero se pierde demasiado. ¿De verdad terminarán el Bachillerato alumnos sin leer un poema o una novela?”.

Como amante de la lectura, “quizás lo más grande que ha hecho el hombre”, puso de manifiesto un pasaje de Herodoto, quien habló sobre los dioses y las guerras de su tiempo. Cadmo y Armonía, un príncipe troyano que va a casarse con Armonía, la princesa de la isla de Samotracia. Cadmo acude en su nave y, cuando llega al puerto, le está esperando la novia encima de un carro tirado por dos caballos. Cuando sube Cadmo, no ve que son dos caballos, sino un león y un jabalí, lo que él mira extrañado. Ella contesta que no aquí, que es el reino donde todos se respetan.

La inmortalidad

Se trasladan al templo y, cuando llega Armonía al final del templo, ésta se encuentra a los dioses del Olimpo, que han sido invitados. Ares, el dios de la guerra, regaló un escudo para que Armonía pueda defenderse de cualquier ataque. Demeter, la diosa de la agricultura, le regala una buena cosecha. Efesto, el dios de la orfebrería y del fuego, le regala una joya para que esté atractiva. Atenea, un manto que la hace visible o invisible, según esté delante la verdad o la mentira. Zeus, el dios de dioses, se acerca a Armonía y le dice: “todo lo que te han regalado tiene poco valor. Son objetos. Yo te regalaré un concepto propio de dioses, la perfección, pues la Armonía ha de ser perfecta, justa, equitativa”.

Llega el turno de Cadmo, entra al templo y le pide a Armonía que ponga las manos como un cuenco. Éste vierte sobre ellas el contenido de una pequeña bolsa, algo parecido a alas de mosca, digamos. Zeus, enfadado, exige a los dioses el marcharse tras no poder soportarlo. A su llegada al Olimpo, y tras las preguntas de los dioses, Zeus confiesa que Cadmo le ha regalado la inmortalidad, “porque aquello que caía eran las letras del alfabeto. Con eso, el hombre escribirá y tendrá palabras para contar su historia... y nosotros estamos aquí ahora porque ha habido desde filósofos a científicos que han escrito... ellos son inmortales a través de sus obras”.

 

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