Queridos amigos de Santa Pola:
Hace un año que perdimos a nuestro querido José Luis que, como todos sabéis, había donado su cuerpo a la ciencia. Así era él, lo daba todo. ¡Menos mal que nos dejó su recuerdo con sus buenas acciones! Yo le conocí tarde, pero elevó tanto mi espíritu con sus consejos y amistad que, a veces, pienso que perdí no un amigo, sino un hermano. Y de esta forma quiero manifestaros lo que siento en este día, aunque no me halle lejos de vosotros.
Todos le querían: blancos y de color, éstos últimos le tenían como un padre y el saludo que le hacía era poner la mano en el pecho para manifestarlo.
Me decía que, a pesar de haber perdido a su familia, él la había encontrado entre sus buenos amigos de Cáritas, ¡cuánto os quería a todos! Mi deseo sería, ya que me considero vuestra amiga, que juntéis vuestras manos en esta misa y, pensando en él, sigáis con vuestra labor de hacer el bien a todos vuestros semejantes. Yo estaré con vosotros con el pensamiento. Vuestra amiga