Llega la Navidad y, preparando en casa con la familia el habitual amigo invisible, me pregunto ¿Qué compro a una persona que tiene de todo?. Entonces pasa por mi mente la cifra del hambre, brotan como burbujas las caras de los desposeídos, según las estadísticas el 80% de la población africana está bajo el umbral de la pobreza, y la esperanza de vida ronda los 37 años.
Pienso en el porcentaje de africanos que no tienen acceso a la electricidad. Nuestros hijos, y nietos en mi caso, no saben que pedir a los Reyes, pero los 46 millones de pequeños sin escuela tendrían para montar colegios, comer un año, o tener agua potable. Todo lo que nosotros, los españoles, nos vamos a gastar en regalos de compromiso.
Por una vez, conformémonos con dar un abrazo a ese amigo invisible y ayudemos a quienes de verdad lo necesitan.
Compartamos todos los abrazos recibidos, con la promesa de simplificar nuestra vida y hacer lo posible por mejorar la de otros. Seamos buena gente, en Navidad.