CICLISMO
 

Trece valientes pedalean 572 km. por una buena causa

 
Viernes 29 de abril de 2016 0 comentarios
 

Trece fueron los valientes (once sobre la bici y dos en el furgón) que se enfrentaron a 572 kilómetros (sobre GPS), la distancia que separa Barcelona de la villa marinera, sobre dos ruedas. “572 a priori, que luego te quedan los veinte más a sumar porque empiezas a atravesar pueblos y están mal las indicaciones”. Eso y el viento, constante desde la salida de la Ciudad Condal “que también es otra, nadie respeta nada. Ni rotondas, ni la furgoneta por delante, nada”.
La salida se produjo media hora más tarde de lo inicialmente establecido, a las diez de la mañana, para tocar el suelo de la Plaza de la Glorieta 27 horas más tarde, a la una del mediodía. Afortunadamente, no hubo que lamentar ni caídas, ni lesiones, ni pájaras, ni deshidrataciones, con lo que los ciclistas “sólo” tuvieron que enfrentarse “a un viento de frente que nos estuvo castigando durante todo el trayecto. Creíamos que amainaría a eso de las seis de la tarde. Pero no nos dio ese respiro”.

El peligro de la secundaria
Por lo tanto, relevos en cabeza cada pocos minutos, “bien por parejas, bien individual. Nos adaptábamos a las condiciones de la circulación”. Y de la carretera, que esa es otra: “un compañero pinchó dos ruedas tubulares, y ya es difícil. Otros dos pincharon también rueda. Hemos echado en falta la poca limpieza de los arcenes: piedras, cristales, animales muertos, alambres de ruedas de camión reventadas. Todo hace que sea una lotería circular por ellos, lo que es muy malo para la seguridad del ciclista, pues pone su vida en riesgo”. Además de la continua hidratación (todos llevaban dos bidones en la bici), cada cuatro horas se hacía una parada técnica, “para recargar bidones e ingerir de todo, desde pasta hasta bollería industrial. Con lo que quemábamos necesitábamos azúcar e hidratos en cantidad”. Sólo a las cinco de la mañana, la colla ciclista paró a hacerse un cafetito caliente.

Mal sueño
Lo peor, narran, “el sueño. Aburrirnos podemos decir que no nos hemos aburrido, porque siempre hemos estado hablando, riendo. Tampoco ha hecho mella el cansancio, más allá de notar las piernas entumecidas en algún tramo. El sueño, ya es otra cosa y más por la noche, que es cuando hay que dormir”.
A su llegada al Castillo, alrededor de trescientas personas, entre familiares, amigos y seguidores de este reto, les arroparon con sus vítores y alabanzas. Otra nota a destacar es lo recaudado para la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer, “que suma más de 3.000 euros y no hemos podido contar los donativos que se hayan podido producir este fin de semana. Aún es pronto para saber la cantidad total, pero avisaremos y se lo agradeceremos a todos los que lo han hecho posible”.

 

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