Juan López Palau es hombre de mar. Se le nota nada más verle. Y no solo eso, sino que también son perceptibles sus ganas de ayudar a los demás. Él tiene mucho que ofrecer al municipio, porque Santa Pola es un pueblo costero, y él es el técnico y coordinador del Servicio de Salvamento Marítimo. Esta entidad es un complemento del SASEMAR, empresa contratada por el Ministerio de Fomento que realiza intervenciones en alta mar a nivel nacional. Cruz Roja tiene un convenio con ellos, y se dedican a salvaguardar la seguridad de las personas en el agua (búsqueda de personas, remolque de embarcaciones o recogida de pateras, entre otras cosas). Están muy presentes en el pueblo, realizando unas veinte intervenciones por mes. Lo más común son los remolques, porque la cercanía de Santa Pola con la isla de Tabarca hace que mucha gente se vaya a pasar el día allá y tengan percances con sus embarcaciones. Salvamento Marítimo utiliza la LS Naos, una embarcación con un patrón, un socorrista acuático y un marinero a bordo. Todos ellos son voluntarios, a excepción del técnico, porque se encarga de tareas más especializadas como moderar los cuadrantes y la actividad.
A un voluntario de Salvamento Marítimo, según López, “le ha de gustar el mar. También es bastante útil que sepa algo del entorno, pero lo primordial es que le guste ayudar. Nosotros pedimos a los interesados que tengan el curso de primeros auxilios, pero la formación interna de la entidad se la damos nosotros y también se adquiere a medida que se enfrentan a lo que pasa”. A priori puede parecer algo realmente atractivo, ir en un barco de cuatrocientos caballos y dos motores. Pero el técnico comenta que “no hay tanta demanda de voluntarios como parece. Hay que tener un cierto compromiso, estar dispuesto a hacer guardias o a hacer frente a los posibles percances en alta mar. Igual eso es lo que tira para atrás a la gente”. A pesar de ello, sostiene que en lo que más se invierte en Salvamento Marítimo es en seguridad, porque en el mar “todo es peligroso, todo es inseguro”. En las formaciones, dirigen todos sus esfuerzos a que los voluntarios aprendan a salvaguardar su seguridad y la del resto, intentando así ir un paso por delante de lo que les pueda pasar.
Durante estos momentos tan complicados, no han dejado de trabajar ni han bajado su ritmo. “Movimos el barco lo mínimo, porque considerábamos irrespetuoso e irresponsable que la gente estuviese confinada y nosotros saliésemos al mar, todos juntos. Pero estuvimos operativos en todo momento, porque los navíos de pesca seguían trabajando y siempre puede pasar cualquier cosa”, cuenta López. Con un protocolo mucho más cerrado, han adoptado todas las medidas de seguridad implementadas por el Ministerio de Sanidad. Lavado de manos y cambio constante de mascarillas, a las que se suman la desinfección de trajes y equipo, y una desinfección mucho más exhaustiva del LS Naos. A su vez, el cuidado de su propia integridad también se ha protocolarizado incluso cuando se ha hecho imposible, como en el caso del rescate de personas. Juan López explica: “En las intervenciones en las que hay contacto nos la hemos tenido que jugar. Durante el estado de alarma hicimos prácticas con muñecos para comprobar si era posible nadar con mascarilla, pero no conseguimos una solución que fuese efectiva. Lo único que podemos hacer es protegernos lo mejor que seamos capaces”.
Salvamento Marítimo también se encarga de atender a las personas que llegan a las costas del municipio en pateras, como ocurrió hace unas semanas en las inmediaciones de la playa del Carlotti. Adaptándose a la “nueva normalidad”, el chequeo rutinario se ha convertido en una revisión más exhaustiva, “tan cerrada que actuamos desde el principio como si esas personas estuvieran contagiadas de coronavirus”, comenta el técnico. Esto es porque, supuestamente, en el continente africano (lugar de procedencia de las personas que llegan en este tipo de embarcaciones) hay muchas más personas asintomáticas por la falta de medios. De hecho, a las 24 personas que llegaron a Santa Pola se les ha puesto en cuarentena, por temor a que sean asintomáticas y den falsos negativos. Juan conoce muy bien la realidad de las pateras que llegan a la provincia, y afirma que se está incrementando. “En esta última oleada, han llegado más de 70 personas. En el municipio siempre cae alguna, sobre todo en la zona del Faro. Llegan muchas más personas de las que la gente imagina”. Santa Pola tiene uno de los mejores equipos de Salvamento Marítimo del país, que cuenta con todos los medios y conocimientos para hacer que el mar sea un lugar seguro para los habitantes de la villa pesquera. A su vez, son un grupo dinámico y abierto, que ofrece formaciones y cursos gratuitos y que trabaja duro las 24h del día para estar allí donde se le necesita.