Ya han comenzado los trabajos de formación y las primeras pruebas in-situ de la nueva máquina que adquirirá Urbaser y que es capaz de arrancar y limpiar la friolera de hasta 1.800 chicles por hora. La máquina, con una autonomía de nueve horas, permite limpiar en una jornada de trabajo entre 20 y 30 metros cuadrados a la hora, “alrededor de unos 350 al día. En caso de que haya menos chicles, que es lo que más cuesta sacar del pavimento, la productividad se aumenta considerablemente”.
Todo ello sin contar la limpieza a fondo y la desinfección que permite el trabajar con vapor a una presión de entre 150 y 350 bares y entre 100 y 120 grados de temperatura. “Además”, recalcaban desde la empresa propietaria de la maquinaria, “el 93 por ciento de todos los trabajos los hacemos sin utilizar ningún tipo de producto químico o de limpieza, sólo vapor de agua a alta temperatura y presión. Esto implica muchísimos menos costes, más responsabilidad para con el medio ambiente y, en el caso del 7% restante, hablaríamos de la utilización de productos para aumentar la productividad y la eficacia de la maquinaria”.
Lucha contra el orín canino
Por desgracia, no son sólo los chicles los que afean las calles de Santa Pola, también son los orines que inundan prácticamente cada esquina, farola o banco del centro urbano. “En este punto”, señalaban, “la eficacia es prácticamente total. No sólo se garantiza que se eliminará la mancha, sino que también erradicamos el olor, evitando así que los perros se sientan atraídos al olor y miccionen una y otra vez en el mismo punto”.
En este punto, el Periódico Santa Pola fue testigo de primera mano de la eficacia de una maquinaria que llegará a Urbaser a mediados del mes de junio. El responsable del equipo de limpieza de la empresa explicaba al medio que “los dos operarios se encargarán, en primer lugar, de acotar la zona donde se trabaja, puesto que las mangueras por las que discurre el vapor están muy calientes y hay que evitar un posible contacto que conlleve potenciales quemaduras”. Agregaba éste que, al tiempo que uno de los operarios trabaja con un disco que emite vapor a alta temperatura y presión (además de realizar pasadas de cepillos circulares a 1.500 revoluciones por minuto), el otro se encargará de la vigilancia y movimiento de las mangueras, así como de controlar la maquinaria. Posteriormente, se utiliza una lanceta que proyecta vapor y agua a gran temperatura, “ideal para los orines, así como para limpiar toda la zona del suelo, arrastrando la suciedad desde las mismas juntas de los adoquines”.
En cuanto a consumos, la tecnología que se ha adquirido viene a gastar un 65% de agua menos que el resto de sus competidores (18-23 litros de agua por minuto), y marca una producción de hasta 1.000 litros de vapor por litro de agua consumido (6 al minuto).
Cuestiones medioambientales aparte, el Periódico Santa Pola fue testigo directo de la efectividad en las pruebas que se llevaron a cabo en el muro occidental del Castillo-Fortaleza, así como en el pavimento circundante, constatando de primera mano la efectividad del procedimiento tanto a la hora de la retirada de suciedad y chicles en el pavimento como de orines en superficies.
