REPORTAJE
 

Tres generaciones de “patineros”

 
Viernes 10 de agosto de 2012 0 comentarios
 

En 1952 el santapolero Geroni Samper navegaba como patrón por la Costa Azul francesa en el yate del Conde de Godó. Allí vio unos artefactos que utilizaban los turistas. Al regresar a Santa Pola le pidió a su padre, que era carpintero en las salinas Bras del Port, que le fabricara unos patines. Desde entonces, miles de personas han podido disfrutar en Santa Pola con este sencillo y práctico invento de navegar pedaleando. Los primeros tres patines de Samper, fabricados en madera, fueron pioneros en el Mediterráneo español. Al año siguiente ya tenía tres más.
“Hemos llegado a tener hasta 80 patines en siete playas, incluida Tabarca”, comenta Francisco Samper, el hijo del fundador de la saga de patineros que ahora continúan sus tres hijos, Jerónimo, Víctor y Carmen.
Sesenta años a pie de playa dan para muchas anécdotas y vivencias. Muchos visitantes de Santa Pola, de hecho, la primera vez que han navegado en su vida ha sido a bordo de un patín. Entre estas anécdotas, por ejemplo, Francisco Samper relata la de aquel hombre que empezó a dar pedales cuando la embarcación aún estaba en la arena y se quejaba de que no andaba.
Y a pesar de que tienen vigilantes, siempre hay algún incívico que causa daños en los patines que están en la playa por la noche o que sueltan las cadenas. “Una vez tuvimos que ir a recoger un patín que había arrastrado la corriente hasta La Mata”, recuerda, Francisco Samper.
En cada uno de los puestos de la playa los “patineros” tienen una embarcación a motor para supervisar que no pase nada y acudir si ocurre algún incidente inesperado. “Por lo general la gente alquila los patines para darse un baño mar adentro, donde el agua es más limpia, disfrutan y regresan, pero siempre están los que quieren ir a Tabarca dando pedales y, claro, nunca lo consiguen”, comenta Samper.
Ya hace bastantes años, cuando aún no había socorristas en la playa, utilizaron un patín para rescatar a un bañista que se estaba ahogando.
La crisis también ha llegado al sector de los patines, y de los 80 que llegaron a tener en sus buenos tiempos ahora se han quedado a la mitad. Llevan unos seis años sin subir los precios –13 euros por hora para los patines con tobogán y 11 para los que no lo tienen– y aún así, muchos se lo piensan dos veces antes de alquilarlos.
“Yo creo que esto sí que tiene futuro, pero nos sirve como un trabajo de verano, en invierno tenemos que emplearnos en otras cosas, mientras que no se nos rompan los patines seguiremos en la playa”, comenta Jerónimo Samper.

 

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