CLUB CAZA Y TIRO DE SANTA POLA
 

Satanizar a los cazadores sólo tiene un único y gran perjudicado: la Sierra de Santa Pola

 
Viernes 17 de mayo de 2019 0 comentarios
 

“Me parece una barbaridad”. Así se expresaba el presidente del Club Caza y Tiro de Santa Pola, Ximo Sempere, al conocer la intención de Compromís de prohibir la caza dentro del término santapolero. Sempere abundaba en el hecho de la “barbaridad” de la propuesta porque, “sencillamente, ¿cómo vas a compartir la la plaga de concejos que padecemos?”. Explicaba que, si este animal no tiene suficiente alimento por causa de la superpoblación, “se come plantas autóctonas, plantas desde hace muchos años vienen a recoger herbolarios catalanes tanto a nuestra Sierra como a la de Mariola”. De hecho, no dudaba en afirmar que “el conejo está terminando con las plantas autóctonas”.

“Serán muy ecologistas”, expresaba, “pero no saben lo que es el Sideritis Alacant, o Sideritis Leuca, que solo están presente en Alicante. Una planta con propiedades cicatrizantes que ya era empleada por los romanos, aplicándosela en las heridas producidas por las corazas. También tienes otras, como el té de roca… hay muchas y mucho de que hablar a este respecto”, indicaba el presidente del Club de Caza y Tiro local.

Asegura que Compromís ha “inventado una guerra” entre cazadores y colectivos ecologistas. “Una guerra que sólo tendrá un perdedor, la Sierra”. Según Sempere, con más de 35 años a sus espaldas en diversos puestos de gestión dentro del mundo cinegético: “lo que quieren es un parque, para pasear perros o ir en bicicleta”. Sin embargo, recordaba, “circular con la bicicleta campo a través está prohibido, porque estás haciendo senderos que la ley no permite”. Del mismo modo, tampoco la normativa da luz verde a dejar al libre albedrío a los perros, incluso cuando se pasea por los caminos, “pues siempre tienen que estar vigilados y controlados, aunque vayan sueltos, y nunca a más de 50 metros de la vereda. Las perdices crían en el suelo, los conejos tienen sus madrigueras. Si dejas que los perros campen a sus anchas provocas una falta de seguridad para estos animales, que hacen sus nidos o pernoctan”.

Sin accidentes ni peligro
En ningún momento se ha llegado a poner en peligro la seguridad, un hecho que remarca y, para mejorar, pide la ampliación del actual coto de caza, “que, digamos, en estos momento iría de la carretera hacia el mar, para que todos nos entendamos”. La normativa de la Comunidad Valenciana permite, estando en temporada, la caza fuera de los espacios urbanos “y la persona que acude a cazar fuera del coto tiene la responsabilidad de mantener, según ley, la distancia reglamentaria de seguridad”.

Ni los últimos diez años, “ni los 35 años que llevo yo como presidente del Club y miembro del Consejo Nacional de la Federación de Caza, se ha puesto en peligro a viandantes”. Las normas de seguridad para el cazador son: a caminos de tierra, nunca tirar a menos de 50 metros y siempre en sentido opuesto al camino. “Cuando dicen que se oyen tiros, se puede transitar tranquilamente por el camino. De hecho, en el momento que los cazadores lo tienen que cruzar, están en la obligación de abrir la escopeta, para eliminar cualquier tipo de posibilidad de que haya algún accidente”.

Abunda en la normativa y explica que nunca se puede disparar en dirección a las casas y siempre a un mínimo de 100 metros de distancia (el alcance máximo de una escopeta es de 80 metros), tampoco a una distancia superior a los 150 metros.

Sí que recuerda que ha habido denuncias, sobre todo por vecinos de Gran Alacant, “especialmente, los ingleses, que tienen aún en mente la Guerra Civil. En cuanto oyen tiros ya llaman”, porque creen que están otra vez los españoles a escopetazos.

Es, precisamente, para garantizar aún más la seguridad por lo que desde el Club han luchado por ampliar el coto, “para tenerlo más controlado, pero nos han puesto trabas desde las instituciones”. De hecho, es conocedor de que “en su día, la Conselleria estaba interesada en que se ampliara”.

Control cinegético
La practica cinegética redunda en un claro control de las especies. “Nosotros teníamos derecho (y el señor concejal no nos autoriza) al aprovechamiento cinegético. Según ley, estamos en la obligación de realizar un control de las especies que dañan flora o agricultura. En el caso de nuestra Sierra, el conejo. Más un control de depredadores”. Estos últimos, precisamente, “si no tienen qué comer se bajan al pueblo, y el zorro es uno de ellos. Un animal muy peligroso, porque es un transmisor de la rabia (la fiebre vulpina - ‘vulpes vulpes’, es el nombre científico del zorro-)”. A este respecto, estudian la capacidad del coto, mantienen las normativas y los consejos de Conselleria para, “cuando hay hay superpoblación (conejos o jabalíes) asegurarnos de que hay la cantidad idónea para este tipo de terreno. Estamos haciendo todo, todo, todo de acuerdo con Conselleria y siempre con la intención de salvar el monte”.

El gato, que lo hay silvestre en nuestra Sierra (especie invasora y altamente invasiva, dada su fertilidad, adaptabilidad y capacidad de caza), es de cinco a diez centímetros más alto que el conocido gato doméstico: “éste caza para comer, pero no así el zorro. El zorro rapiña y se tira a un bando de palomos y no coge uno no, mata a uno, a otro y a otro y luego recoge. Es una alimaña, matan para ver sí, por sí. Luego, entierran a sus presas y las van consumiendo”.

Sobre la población de jabalí, afirma que alguna vez se ha detectado, pero no es algo común, al ser la mayoría del terreno todo roca. El jabalí es una animal que escarba la tierra hasta que llega a las raíces de las que se alimenta (entre otras cosas). En un terreno tan duro, no puede meter el hocico. “Lo que sí hemos detectado han sido cerdos vietnamitas. Estos animales van a morir allí, porque son mascotas abandonadas por sus dueños, y no pueden conseguir su alimento. Su suelta y, en caso de prohibirse la caza, la ausencia de control de aquellos que puedan llegar a prosperar, pone en enorme peligro, entre otras cosas a los conductores, por el tamaño que pueden alcanzar”.

Pero no sólo los cerdos, zorros o jabalíes ponen en peligro a los coches pues, “cualquier conejo, a una moto, la manda a freír espárragos. Por no hablar de las posibles consecuencias que puede tener el volantazo que pegas para esquivarlo”.

El animal que podría realizar la labor que, a día de hoy, llevan a cabo los cazadores era el lobo, “pero el ser humano se lo ha cargado en esta zona”.

La Sierra no es un parque
Pide Ximo Sempere a la ciudadanía que se conciencie del hecho de que la Sierra no es un parque, pero se puede hacer un paralelismo sobre el mismo. “Como todo parque, éste tiene parterres y caminos. Ningún policía te va a llamar la atención porque pasees por los caminos, pero sí si pisoteas el parterre. Los cazadores somos los jardineros de ese parque, porque somos los autorizados a pisar los parterres para reducir el daño a las plantas”.

De hecho, son los primeros interesados en tener un monte sano. “Si hablamos de cuidado y respeto a los animales…¿quién les pone agua? El cazador, ¿quién echa comida para que se alimente el conejo y no vaya a las plantas? El cazador. Todo es muy bonito y verde, pero hay que estar allí para poder saber lo que pasa”.

Desde el Club de Caza y Tiro de Santa Pola apuntan que nadie se lee las leyes: “debe muy complicado para algunos, pero sí saben que no se puede pasear por la playa con los perros, por lo que creamos un arenal para ellos. Pero también dice la ley que no se puede pasear a los perros por el monte público, campo a través, y lo hacen. La ley de la Biodiversidad no la han leído”:

Además del control cinegético, de preocuparse por el bienestar de la flora y fauna local, también tienen controlados a los furtivos y avisan a la Guardia Civil en caso de detectar irregularidades, “pero es realmente complicado que prosperen multas y denuncias. Tampoco estaría de más volver a matricular las bicicletas para, cuando detectemos que se están abriendo nuevas sendas, se pueda anotar el número y poner en conocimiento de la autoridad. Pero eso tampoco lo quieren. Las flores son muy bonitas y tienen buen aroma pero, o las cuidas, o la planta se muere y ya no hay flores”, explica Sempere.

Como nota de lo que consideran una voluntad de no entendimiento, asegura que les ha llegado a llamar el concejal por cualquier sonido fuera de la temporada de caza. “Se oyen tiros por ahí y era un labrador de la Finca Las perdices que, para que los pájaros no se comieran los frutos tenía un cañón de carburo. ¿Te has dado cuenta de que los disparos van siempre con una cadencia, una modulación? Por favor, no nos echen la culpa de todo a los cazadores”.

 

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