“Mis vivencias”, así titulaba dentro de su discurso a su pregón Rita Lloret, quien evocó diversos episodios de su vida el pasado 1 de abril en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, durante su pregón de Semana Santa. Esta devota y camarera de la Virgen realizó un recorrido histórico en el nombres, recuerdos y situaciones evocaron el pasado y la evolución de la Semana Santa santapolera.
Rita Lloret procede de una familia que ha realizado grandes aportaciones a la Semana Santa de la villa. Sus abuelos regalaron a la parroquia la imagen de la Piedad que hoy se encuentra en el Calvario, encargada a un imaginero de Olot y que “fue la primera imagen en llegar a la parroquia después de la destrucción de las anteriores. Y según cuenta, la Piedad que había anteriormente en el Calvario era del gran imaginero Salzillo”.
Además, Rita Lloret recordaba en su pregón cómo Josefa González Lloret, “Pepeta”, prima de su padre, iba recogiendo donativos para las flores de Semana Santa, mujer “sencilla, discreta y muy importante en nuestra Semana Santa”, en gran parte porque “aquéllas flores fueron un despertar religioso que con el tiempo se fue consolidando”. De esta manera, las procesiones comenzaron a tomar color, porque hasta entonces “habían sido austeras”. De hecho, “sentíamos envidia por las procesiones de otros pueblos” y recordaba cómo se organizaban excursiones a Crevillente, Murcia o Cartagena para admirar sus procesiones.
Lloret tuvo también palabras para reconocer la labor de Óscar Bailey el coro de “Los Dolores”, gracias a quienes se pueden oír nuevamente las partituras de José Ramón de Prado que se cantaban en el Septenario de la Virgen de Dolores hasta el año 1952. Asímismo se refería a Óscar Baile para recordar que en la Sacristía se distribuye un libro que, gracias a la investigación de Baile, recoge “unas páginas históricas sobre la Semana Santa y las oraciones del Vía Crucis.
De su infancia y juventud, Lloret evocaba en su pregón cómo salía con sus primos de Elche en la procesión de las palmas, cómo rezaba el Vía Crucis en la ermita del Calvario y en la capilla del colegio con las Hermanas Carmelitas, cómo mientra jugaba con sus primos Paquita “La Chata” y Luisa Ruso “iban pidiendo ayuda para comprar el manto de la Virgen de Dolores”, que finalmente se encargó a los talleres de Tomás Valcárcel; y cómo el Sábado de Glorieta por juveniles de Acción Católica se reunían para llevar a la Piedad al Calvario atravesando la sierra.
Durante su pregón, Lloret pinceló cómo era la Semana Santa hace algunas décadas. Así, la pregonera narraba cómo había que “salir y convencer a los jóvenes que estaban paseando en la Glorieta para que sacaran las imágenes” y cómo en Jueves Santo “no sonaban ni las campanas ni el órgano, ni se ponía la radio ni se cantaba porque estábamos de luto”. Un luto que acababa el Sábado de Gloria “con una eclosión de ruidos, niños con botes metálicos arrastrados con una cuerda” y gente rompiendo la vajilla que ya no usaba.
Rita Lloret y su marido iban siempre alumbrando el paso de las imágenes, pero en los ochenta se formaron las cofradías y ni Rita ni su marido se resignaban “a ser meros espectadores”. Así que eligieron la Cofradía del Padre Jesús Nazareno, “por ser la que más apoyo necesitaba entonces”, y de cuya talla resaltó la “sensación de un Jesús desfallecido que no puede soportar el peso de la Cruz”. Uno de los momentos más emotivos para Rita Lloret es “el silencio que se mantiene en miércoles Santo, aun habiendo tanta gente, lo que nos demuestra la gran devoción y respeto que sentimos al recordar la Pasión y Muerte de Jesús”.
