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La pequeña-gran historia del Niño Jesús de Praga en la villa

 
Viernes 10 de febrero de 2017 0 comentarios
 

La historia del Niño Jesús de Praga, tanto de la talla como del modelo de celebración que tuvimos el pasado domingo en la Parroquia y en la Capilla de la Virgen de Loreto (donde se presentaron los infantes nacidos durante el año a la Patrona y a esta talla, por la celebración del Día de la Candelaria), están muy ligados a la persona de un conocido santapolero, Daniel Carrillo. Una persona que, con tan sólo doce años, fue nombrada “custodio” de la imagen del Niño Jesús de Praga.
El “custodio” es quien se compromete de por vida de cuidarlo, protegerlo y preocuparse de realizar todos los actos religiosos que conlleva para mantener viva la tradición.
Lo normal es que, alguien de su edad, esté más preocupado por jugar a la pelota, que por atender las necesidades de una figura religiosa. “Que también lo estaba, pero yo quería aprender a tocar el piano… y en mi casa no teníamos”. A través del amor a la música, podría decirse que llegó al Niño. “Tocaba a veces en la Casa de Cultura, cuando me dejaban, y más cuando uno pretende aprender de forma autodidacta”.
Poniéndose en contacto con Antonio Pámies, cura de Santa Pola, por la pertenencia de Carrillo a la Cofradía del Nazareno, preguntó el hoy custodio al párroco, “por si conocía a alguien que tuviera un piano. Éste me contestó que, en la iglesia, había un armónium que estaba roto. Si conseguía hacerlo sonar, podría tocar cuando quisiera”.
Aunque no era un piano, puso todo su interés infantil (hablamos del año 1995) en limpiar, lijar y barnizar el instrumento, “con lo que pasaba muchas horas en la iglesia. Mientras estaba allí, me llamaba mucho la atención de un Niño Jesús que estaba en una estantería de la Sacristía”. Esta talla estaba vieja, rota, con una mano en mal estado y quemaduras por culpa de las velas.
Siempre dispuesto a echar una mano, “le pregunté a Don Antonio si no le importaba que arreglase al Niño. Lo que buenamente hagas, bien está, me contestó”. Así, entre práctica y práctica, arregló al niño, “pero también le pregunté por qué estaba guardado, contestándome que sólo se exponía al público el 2 de febrero, el Día de la Candelaria”.

La Candelaria
Hablemos, llegados a este punto, del Día de la Candelaria. Aunque tuvo su origen en Oriente, llega a Occidente en el siglo VI. Se celebra, según el santoral católico, la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén, 40 días después del parto (24 de diciembre), es decir, el 2 de febrero.
Aunque la fiesta tiene diversos nombres: Presentación del Señor, Purificación de María, Fiesta de la Luz o Fiesta de las Candelas, todos expresan una sola cosa, que Cristo, la Luz del Mundo, fue presentado por su madre de forma oficial en el Templo, iluminando, descubriendo así su nacimiento a todo el orbe.

Sin orígenes claros
Y es que la llegada de esta pequeña talla a la villa marinera se pierde en el tiempo. Según narra el propio Carrillo, “Don Antonio me contó que un hombre, que ni era ni vivía en el pueblo, dejó un día la imagen en la iglesia. Estamos hablando de los años 40, porque ya hay constancia (por lo que dice la gente mayor) de que se encontraba en la iglesia antigua”. La imagen, de hecho, fecha de más de cien años.
“Según me dicen los expertos a los que he preguntado, se fecharía entre 1900 y 1920 y procedería de los talleres de Olot, donde a partir de los años 40 arrancó una gran producción de imágenes religiosas”. Constancia, oficial, y en documentos de negro sobre blanco, no existe, “pero en Olot había artesanos de gran renombre y calidad. Auténticos artistas que trabajaron por poquísimo dinero durante esos años tan duros. Cuando mejora la situación, por los años 50, se salen de estos talleres y montan cada uno el suyo. De ahí que no tenga el sello de Olot, pero sí una grandísima calidad en la talla del Niño Jesús”, asegura Daniel Carrillo.

El Niño Jesús de Praga
La talla original del Niño Jesús de Praga fue esculpida en España, en el siglo XVI, pasando de padres a hijos varones en la familia de los Condes de Treviño y Duques de Nájera (Manrique de Lara). Fernando II, emperador de Alemania, fundó un convento de Padres Carmelitas en Praga. La imagen fue regalada a éstos por la princesa Polixena Pernstein, casada con el canciller del reino de Bohemia Sdenco Adalberto Popel von Lobcowicz. Ella, a su vez, había recibido la imagen como regalo de bodas de su madre, María Manrique de Lara.
La imagen, elaborada en cera, ha recibido y recibe una enorme devoción, recibiendo varias distinciones papales, la más reciente, de Benedicto XVI.

Custodio e impulsor
Tras restaurar Carrillo Niño y armónium, Don Antonio le ofreció dinero por el trabajo y los materiales, “el cual rechacé, porque el que estaba agradecido por la oportunidad era yo”, declara, agregando que “cuando recogíamos, en 1997, todas las cosas tras la celebración en la parroquia del Día de la Candelaria, Don Antonio me dijo: ‘llévatelo a casa, guárdalo tu, que es donde mejor estará. Te voy a nombrar custodio, pero que sepas las condiciones, porque es algo muy serio’. Me acuerdo de las palabras porque me las dijo en el despacho, y acepté por aquel entonces”.
Veinte son los años que han pasado desde aquel momento en el despacho de la iglesia y Carrillo, a día de hoy, no sólo tiene guardado y bien custodiado al Niño Jesús de Praga en su domicilio, también está ubicado junto a un piano, “que, viendo que no lo dejaba, terminaron por comprarme mis padres”.
Parte de su labor como custodio es la de impulsar la festividad y el culto. “En un inicio, celebrábamos la Candelaria y la presentación al Niño en la iglesia el mismo día 2. Pero acudía poca gente. Tras caer esta fiesta en un domingo, y comprobar que la afluencia de niños y personas aumentaba en gran número, se decidió pasarla al siguiente domingo después del día 2”.
En 2009, junto a María Asunción Ruiz, que por aquel entonces era concejala de Fiestas, se propuso ubicar esta presentación de infantes en la Capilla de la Virgen, “para que así, junto a la Patrona, tuviera esta fiesta un mayor carácter”. Tal es así que, el pasado domingo, y con temporal con viento de por medio, la cola para presentarlos se postergó hasta las dos de la tarde (el acto daba comienzo a las doce).
En el horizonte, “está el celebrar su centenario, en el año 2020. Para esa fecha me gustaría que esté restaurado, porque la pintura no se encuentra en muy buen estado. Pero, a falta de donativos para ello, no me tocará otra cosa que exponerlo en la sacristía (como reza otra leyenda)”. También quiere revitalizar la historia de la talla, volver a salir en procesión y organizar diversos actos benéficos.

 
 

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