Hace años, sólo un original epitafio, los familiares y amigos o las postrimeras obras que hubiera dejado el difunto en vida podrían garantizar su memoria sobre el correr del tiempo. Hoy en día, la tecnología ha adelantado al olvido y ya se puede ver en el cementerio viejo el primer código QR.
Pero, ¿qué permite esto? Como comentaba a este medio la familiar del primer finado en cuya lápida aparece este código, “la gente podrá captarlo con el móvil, y poder conocer su historia personal, su vida, sus hijos, su familia, quién fue, dónde trabajó, sus principales hitos…”. Quería resaltar que, “si cuando pasea por un hipermercado o gran superficie el público toma el código con su móvil para averiguar las principales novedades de una tienda, cuánto ni más cuando se trata de un ser humano. Es una gran forma de mantener viva la memoria de una persona, de abrirla a todo visitante que pasee por el cementerio”.
Y no es solamente una información que quede estática en el tiempo, porque los familiares pueden ir añadiendo y engrandeciendo el legado de una persona a través de fotografías y enlaces a toda la familia, a la historia que ha dejado en este mundo, el primer escalón de la larga escalera de la eternidad, alguien que ha pasado a lo que, todo el mundo espera, sea una mejor vida.