Santa Pola quiso rendir homenaje a la figura de su cura párroco, José Navarro, que pone rumbo al Obispado como vicario, dejando así su plaza en la villa marinera. Homenaje que se enmarcó dentro de los actos en honor a la Virgen del Carmen (poco antes de la actuación de Sal Marinera) y que la alcaldesa, Yolanda Seva, tuvo la ocasión de encabezar.
En éste se destacó la figura de Navarro como una persona moral y ética que ha provocado “gratitud, respeto y cariño por parte de todos los colectivos del pueblo”, tanto de los grupos parroquiales, cofradías y asociaciones como de ciudadanos a nivel individual.
No se han visto “dobleces” en la persona del párroco, así como falsedades o palabras huecas “que sólo sirven para quedar bien”. Por todos estos motivos ha “sabido ganarse el gentilicio de santapolero”. Ha sido Navarro amigo de todos, de creyentes y de agnósticos o de los que viven los valores del evangelio desde diferentes posturas, de aquellos que avanzan a su manera en la fe.
Ha sido, sobre todo, amigo del pueblo en su sentido más amplio, ya que siempre ha tenido muy claro lo que implica el compromiso de vivir el mensaje de la Iglesia. Por eso, su mochila es ligera en equipaje, pero repleta en esperanza.
“Si hubiera que sintetizar con pocas palabras la abnegada labor y la imborrable huella que va a dejar en Santa Pola”, expresaba Seva, “necesariamente tendríamos que acudir a cinco sustantivos: entrega, generosidad, coherencia, capacidad de encuentro y comunicación”. Se recordará en la villa marinera su exquisito trato, su saber escuchar, su equilibrio personal, mesura, tacto… “un hombre que ha valorado siempre lo positivo en los demás”.
José Navarro ha trabajado por una iglesia sin puertas, “ni principales, ni secundarias”, una Iglesia de todos y para todos, a la cual ha servidor con humildad y sencillez. Santa Pola, por tanto, “le desea lo mejor en su nueva etapa”.
Para materializar la despedida, aunque se quedará entre nosotros hasta los actos septembrinos en honor a la Virgen de Loreto, el Ayuntamiento, como representante de la ciudadanía, quiso hacerle entrega de un detalle, de un recuerdo exento de nostalgia, “para que no enturbie el presente, para que recuerde desde el cariño”, y qué mejor manera de hacerlo que con el escudo de la villa prendido en la solapa.