EDUCACIÓN
 

“Imposición” y “falta de transparencia”, la reacción al decreto de plurilingüismo

 
Viernes 10 de marzo de 2017 0 comentarios
 

Valenciano, castellano e inglés. Esta triada es la que Conselleria ha intentado aunar mediante un Decreto-Ley que aprueba el Programa de Educación Plurilingüe Dinámico, -en adelante con sus siglas PEPD-, que afecta a los colegios públicos y concertados. Con este nuevo programa lingüístico, que comenzará a aplicarse de manera escalonada a partir del próximo curso, se fomenta la enseñanza en valenciano y se establecen tres niveles: básico, intermedio y avanzado con dos líneas cada uno de ellos. El Pleno de febrero aprobó, con los votos del equipo de Gobierno (y los del PP en contra), la inmersión de los alumnos en valenciano e inglés durante toda su etapa educativa.

Cómo queda cada centro
La línea Básica se implementará en los colegios que actualmente no dan valenciano. Por su parte, el nivel Intermedio se adoptará en los centros que sólo tienen línea en castellano y el nivel Avanzado, en los centros que ya cuentan con dos líneas: la castellana y la valenciana. Las dos subcategorías en que se divide cada nivel (básico I y II, Intermedio I y II y Avanzado I y II) suponen la ampliación del nivel de valenciano e inglés según se pase de uno a otro. En concreto, el nivel Avanzado supondrá que los centros que actualmente tienen dos líneas, tendrán que eliminar la línea castellana, será el caso de los colegios Virgen de Loreto y Vicenta Ruso. Por otra parte, los centros Ramón Cuesta, Joanot Martorell y Azorín, actualmente cuentan con línea en valenciano, idioma que se potenciará.
Los centros Hispanidad, José Garnero y Alonai, que actualmente tienen línea castellana deberán incluir asignaturas en valenciano. Si actualmente un colegio con línea castellana imparte un 60 por ciento de las materias en castellano y un 26 por ciento en valenciano, con el nuevo decreto, estos porcentajes cambiarán a un 40 y un 46 por ciento en castellano y valenciano respectivamente.
Por tanto, los padres con niños de tres años que tengan que escolarizar a sus hijos en mayo encontrarán con que en Santa Pola habrá únicamente 50 plazas para estudiar en castellano. El resto, obligatoriamente, deberán hacerlo en línea valenciana. Una ampliación, la de materias impartidas en valenciano, que choca con la elección de los padres, pues, según los datos de escolarización de 2015 aportados por Conselleria, de los alumnos que se matricularon en Infantil y Primaria, 243 prefirieron la línea castellana y tan sólo 85 la valenciana.

Dos velocidades
El PEPD afecta también a las horas impartidas en inglés en función de la cantidad de asignaturas que se impartan en valenciano. Así, los centros que opten por un nivel Avanzado II tendrán más horas de inglés que aquellos centros que elijan el nivel Intermedio. Sólo los alumnos de los centros que opten por el nivel Avanzado II podrán obtener, al terminar sus estudios de bachillerato, el certificado B1 de Inglés y el Mitjà de Valenciano (C1, dos tramos más que el de inglés) sin necesidad de tener que realizar los exámenes de certificación, ya que se le convalidarán sus estudios. Por contra, los alumnos que estudien con los programas Básico e Intermedio no conseguirán dichos títulos al finalizar sus estudios y deberán examinarse para conseguirlos.
Sofía Sempere, madre del Colegio Cervantes, advierte de que “a partir de ahora habrá una educación de primera y una de segunda, ya que los alumnos acabarán el bachiller con títulos diferentes. La educación tiene que ser igual para todos”.

¿Quién decide el programa?
Según la edil de Educación, Loli Tomás, “es cada Consejo Escolar el que decidirá qué opción del programa plurilingüe (básico, intermedio o avanzado) se aplicará en su colegio” según la línea que actualmente impartan (valenciana o castellana), su situación, contexto interior y exterior del centro... El próximo miércoles los colegios deberán comunicar a Conselleria de Educación qué nivel lingüístico eligen para su centro. En caso de que los votos del Consejo Escolar no lleguen a dos tercios, será Conselleria quien decida por ellos.
Si bien desde la Concejalía de Educación, Loli Tomás reconoce que la fórmula, el Decreto-Ley, “no es la más participativa de todas con las que cuenta el Consell”, sí que es “totalmente legítima” y se ha elegido “por el ímpetu de la Conselleria de Educación de mejorar la calidad de la enseñanza en las dos lenguas oficiales y en inglés”.

“Imposición del valenciano”
Este periódico ha sondeado el pulso de opinión de los padres y madres de los diversos colegios. En líneas generales, la sensación es la de una “imposición del valenciano”, como resumen las palabras de Patricia Carballo, del Colegio Cervantes, y el temor de no poder ayudar a sus hijos con el valenciano, ya que, muchos de los padres no son valencianoparlantes o, en su caso no dominan el idioma a un nivel estándar.
Como afirma Jéssica Espinós, del Cervantes: “Me parece bien que los niños aprendan el valenciano, pero no que nos obliguen a que estudien todo en valenciano. Yo sé hablar valenciano, pero el de Santa Pola, y no sé escribirlo. Yo con mis hijos no hablo en valenciano y no me siento capacitada para ayudarles con los deberes. Por eso metí a mi hijo en línea castellana”.
Desde el José Garnero, Margarita Martínez se muestra de acuerdo en que su hijo aprenda el valenciano y conozca la lengua, pero no “con que se imponga el valenciano en toda la educación de mi hijo. Queremos que se mantenga como hasta ahora, las dos líneas porque la Comunidad Valenciana es de todos los españoles”.

Inglés, “mejor futuro”
La concejal de Educación, Loli Tomás, sostiene que “cualquier avance lingüístico es muy positivo para el futuro de nuestros hijos, habida cuenta de que muchos empleos, así como para opositar y para obtener un título universitario, es requisito imprescindible estar en posesión de los correspondientes certificados de idiomas, tanto de inglés como de valenciano”.
En este sentido, Jennifer Fernández, madre del Colegio Cervantes, argumenta que “el valenciano se limita a la Comunidad Valenciana, deberían potenciar más el inglés y cuanto antes empiecen mejor para su futuro”. Sobre esta línea de pensamiento se muestran varias madres, que priman la importancia mundial e internacional del inglés de cara al futuro de sus hijos frente a la del valenciano.

Como en Cataluña
Una tercera línea de pensamiento entre los padres es la del “uso del valenciano como arma política, ya que crea barreras entre todos los estudiantes españoles”, como afirma Lorena García, madre del colegio José Garnero. La lectura de las madres es que con este decreto-ley se pretende desterrar la enseñanza en castellano ante la desaparición de la línea castellana en algunos niveles plurilingües y el aumento de horas en valenciano.
Lorena García abunda en esta cuestión cuando afirma que le parece “fatal que quieran quitar la línea castellana cuando el valenciano solamente sirve para esta comunidad”. En esta misma línea se muestra Carmen Gea, madre del Colegio Ramón Cuesta. A pesar de que sus hijos asisten a línea valenciana, Gea se pregunta “¿Por qué eliminar la línea castellana?. Utilicemos los idiomas como enriquecimiento personal y no como barrera entre iguales”.
Patricia Carballo, del Cervantes, se muestra molesta : “Si yo he metido a mi hija en castellano es porque quiero que estudie en español. No me opongo a que aprenda el valenciano, pero en su justa medida. Los padres tenemos derecho a elegir la educación de nuestros hijos. Quieren hacer como en Cataluña, que no se pueda estudiar en castellano”.

“Nos limitan la elección”
Jéssica Espinós, del Cervantes, recuerda que metió a su hijo en línea castellana, pero en septiembre, “que mi hija entrará al colegio, sin pedirnos opinión a los padres, lo va a tener que dar todo en valenciano”. Y apostilla: “La opinión de los padres es muy importante y no nos están dejando opinar sobre la educación de nuestros hijos”.
En este orden de cosas, Jennifer Fernández, que también matriculó a su hija en el Cervantes, ironiza sobre la limitada capacidad de elección de los padres cuando sostienen: “Nos dejan elegir la jornada continua y no esto que es más importante. No estoy de acuerdo con que mis hijas estudien en línea valenciana”.
Del colegio Cervantes, Estefanía Bonmatí abunda en esta cuestión y lamenta que se haya “quitado a los padres el derecho a decidir la lengua que queremos para nuestros hijos, más si cabe cuando con este decreto se está discriminando a los alumnos que quieren estudiar en castellano”. Para la madre Sofía Sempere el estado de la cuestión es el mismo. Sempere sostiene que “nos están chantajeando con el inglés y castigando a los que queremos que sus hijos estudien en castellano”.

Chantajista
Por su parte, Miguel Zaragoza, portavoz del PP de Santa Pola, destaca que “el decreto está ideado para que quien desee castellano quede con el mínimo de horas en inglés, y quien opte por el valenciano será premiado con la máxima acreditación en la lengua extranjera”. Considera “un auténtico chantaje a las familias. Es discriminatorio que aquellas madres y padres que, con total libertad quieran que sus hijos aprendan más inglés, obligatoriamente tengan que tener más valenciano. El escenario propuesto constituye una macabra y consciente utilización de una lengua como el inglés, para lograr objetivos ideológicos”.
Este decreto “no deja libertad a los centros”, para Zaragoza, sino que establece un sistema de elección “condicionado y chantajista”, resaltando que este decreto incumple el Estatuto de Autonomía, donde se señala que “nadie podrá ser discriminado por razón de su lengua”.
Zaragoza declara que “parece más bien que nos quieran dar un plato de lentejas o aplicar la ley del embudo, conceptos, estos dos, que no son nada democráticos, nada participativos y nada transparentes”.

 

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