Este domingo, 24 de mayo, es la fecha clave, el día en que los santapoleros decidirán libre y democráticamente qué tipo de gobierno quieren para los próximos cuatro años. Más de 23.000 personas están llamadas a las urnas, concretamente 23.326 votantes, 850 más que en los pasados comicios locales del año 2011.
Dentro de estos 23.326 llamados destacan, entre otras cifras, los 850 nuevos votantes. En su gran mayoría, se trata de jóvenes que no contaban los 18 años cumplidos en 2011 y que ahora tendrán en sus manos, como mínimo, un potencial concejal. Del mismo modo, hasta 477 de los inscritos en el censo son extranjeros, elector maduro que se deja guiar más por el programa que por las naturales, atávicas y españolísimas pasiones o querencias (la insuperada España de los dos bandos).
Las elecciones, o su análisis previo, que no encuesta, se convierten en un auténtico baile de cifras. Echemos la vista atrás y coloquémonos en el año 2011, cuando la crisis barría con EREs y despidos la Bahía de Santa Pola. En ese momento, con unos dos mil habitantes más paseando por las calles, nuestro censo local ascendía a 22.476 electores. Éstos emitieron un total de 13.384 votos, de los cuales válidos fueron 13.181; nulos 203 y 290 votos en blanco. Es decir, que el actual Pleno se configuró gracias a una participación del 59,5%.
Con un porcentaje bastante elevado de abstencionistas, el 40,45%, el Partido Popular se llevó el 62,4% de los votos. Muy a la zaga le iba el PSOE, con un 22,8%; continuaba Compromís con 9,6% y Esquerra Unida, con 5,1%. El resto de las formaciones concurrentes no alcanzaron el 5% de los votos válidos emitidos, necesarios para obtener un codiciado sillón en el Salón plenario.
Pero eso era el pasado y el paño ha cambiado considerablemente en 2015. Dos son las principales dudas: Gran Alacant y la abstención. El barrio santapolero suma casi 5.000 votos, en su mayoría de gentes no nacidas y criadas en la villa marinera, con lo que, se calcula, el voto vaya más a la sigla que a la persona, dejándose mucho influir por el panorama nacional. El segundo punto a tener en cuenta es que, calculando un aumento del 5% en la participación, estaríamos hablando de la necesidad de sumar 758 votos para poder conseguir el primer concejal. Todo lo que quede por debajo, se pierde. A partir de ahí, los tramos de la Ley D’Hont mandan y por quince, dos o un solo voto, una formación puede perder, bien su segundo edil en el Pleno, bien la mayoría absoluta en el mismo.
