Manuel Maciá Amorós hará, en diciembre de 2023, 99 años. En agosto de 2023, su mujer, Josefa Juan Pérez, cumplirá 96 años. Unas cifras impresionantes, como también lo es el hecho de que lleven 80 años juntos. Oriundos de La Marina, Josefa y Manuel nos explican sus vivencias a lo largo de estos años y cómo se vinieron a vivir a Santa Pola.
Un futuro en la cocina
Manuel, recuerda y explica que en la mili fue a parar a Rabasa, que por aquellos entonces, era un campo de aviación, con un cuartel.
Allí entró en cocina, aunque empezó como camarero y posteriormente aprendió a cocinar.
Era un puesto que conllevaba una verdadera responsabilidad por aquel entonces, porque en Capitanía había 32 oficiales, incluido el coronel. “Cuando me presento al capitán y me dice que seré camarero, yo le digo que vengo del campo, él me dice que no hay problema, que mis compañeros me enseñarán. Junto al comedor de Capitanía había una casita, Villa Modesta, que es ahí donde me instalé”.
Siempre que acudían personalidades, como una piloto de los Estados Unidos (o incluso Manolete una vez), avisaban a Capitanía: “preparad cocina para tantos...”. De ahí la importancia de este servicio. “A mí no me gustaba servir. Un día al pasar por delante de la puerta de la cocina pregunté si no tenían un trabajito por ahí, y ya me quedé de pinche”. “Me preguntaron si sabía freir huevos, o pelar patatas, y respondí que sí, que en casa éramos diez”. Después, “me mandaron de pinche al Hotel Carlton, en Alicante, para formarme en una escuela de cocina porque se jubilaba el cocinero de la base y el coronel quería a alguien con formación, militar, pero con formación”. Allí consiguió el título de cocinero. “Cuando se jubiló el de Capitanía me quedé yo, que sabía algo”.
Paella y Manolete
El paso del tiempo le permitió forjar una buena amistad con el coronel, “Un día me dice que al día siguiente necesitaba una paella de marisco, porque venía Manolete, que era amigo suyo y le apetecía. Hago la paella, y al terminar de comer, Manolete pidió ver al cocinero. Saca una entrada para la Plaza de Alicante... y se la negué”.
Negar una entrada, por aquel entonces, a Manolete, que era un auténtico ídolo, era algo más que raro. “¿Es que no te gustan los toros?, me preguntó, y le contesté que tenía dentro dos chicos, que eran mis pinches, y no les iba a dejar de lado. Así que se echó mano a la chaqueta y sacó otras dos entradas más”.
Amor temprano para toda la vida
Josefa indica que ella y Manuel se conocían de toda la vida, “desde que teníamos doce años, en La Marina. Yo me iba con mi padre a trabajar en el carro y él con el suyo. De novios estuvimos años, como era lo normal por entonces”.
La boda fue en La Marina. “Había un bloque de casas que era de mi abuelo. Se casó una tía mía, cogió terreno e hizo media casa. Para hacerse mi madre la casa, sacó a otro lado una habitación. Y allí hicimos un banquete. Mi madre tenía horno y preparamos tartas, chocolate, fogasetas. Los padrinos eran de Santa Pola, por cierto. Y el horno lo hemos mantenido muchos años”.
En aquella época no había carreteras en La Marina, no había luz, por eso se trabajaba de sol a sol, “incluso pusimos luz con una dinamo en una noria de agua. Lo había visto en una bicicleta y me llamó la atención”, declara Manuel.
Antes de casarse, Josefa se mudó con su familia a Santa Pola, “y la festeaba yo allí, por lo que tenía que subir y bajar en bicicleta”.
Una vez casados, continuaron ligados a La Marina, con una casa que levantó Manuel poco a poco (en el cruce a Elche).
Un día, en una plantación de cáñamo de dos metros de alto que tenía Manuel por aquel entonces y que “ tenía que estar en una balsa gigante 40 días para secarlo luego. Al cargar demasiado peso sentí que algo no iba bien. Me rompí la columna”. Tras la operación, al no poder continuar trabajando en el campo, se vinieron a Santa Pola donde “mi suegro tenía un puesto en el mercado, y aquí nos quedamos”. Explica Manuel.“Yo vendí terrenos en términos de Guardamar del Segura y compramos una casita en Santa Pola”.
Recuerda Josefa que su marido se puso a estudiar y estudiar, sacándose el carnet de primera y de segunda, porque estaba operado. Aquí continuamos con un puesto de fruta y verdura en el mercado, donde hemos tenido negocio siempre y gracias al cual hemos criado a nuestros hijos”.
Con un carro y una yegua iban por los caminos de entonces, a Alicante u Orihuela, “cargábamos, comprábamos, vendíamos. Y pasábamos de Merca-Alicante a Santa Pola, al puesto”.
También plantaban algo en el campo, porque conservaban terrenos y así se pasaron toda la vida trabajando. Josefa destaca que “ha sido una vida dedicada a la faena”, y explica que no sabe cuál es el secreto de la longevidad aunque reconoce que “antes era todo más sano, sobre todo la comida, que comíamos siempre de temporada. Ahora los animales están engordados con piensos artificiales, hay melones de verano en invierno..”
El secreto de un largo matrimonio
Paciencia, mucha paciencia es la clave para un exitoso matrimonio, declara Josefa, “a veces uno hace las cosas bien y otras veces mal. Hay veces que discutimos, porque siempre se discute con el que se tiene al lado”.
El desafío más grande que han tenido que superar ha sido la muerte de un hijo, a los 31 años. “A primera hora de la mañana declaró que le dolía la cabeza, y se lo llevaron a Alicante. Era pelirrojo, y listo. Carpintero y sordomudo. Falleció en el año 84. Fue duro”.
Como pareja tienen muchos, muchos recuerdos y decenas de anécdotas. Para Manuel, el secreto es “el amor, querernos mucho, sabiendo perdonar, si tienes un fallo se perdona y a vivir”.
Otro de los grandes secretos para un largo matrimonio es la educación y el respeto dentro de la pareja. Josefa considera que hay mucha diferencia entre los matrimonios de antes y los de ahora, “porque hoy, a la mínima, ya se han separado. Cree que a las nuevas generaciones les pasa eso porque la base es distinta”. Ellos aún estando reñidos se preocupan el uno por el otro.
Orgullo
Su hijo y toda su familia muestran un fuerte orgullo hacia ellos, siempre dando gracias por cómo les ha ido respetando, con sus más y sus menos, la salud.