María José López, directora del centro Vicenta Ruso, de Gran Alacant, quiso desmentir ante este medio varias de las declaraciones a este medio que aparecían reflejadas en la noticia publicada en su edición número 433.
En primer lugar, asegura que “ningún niño que tiene las clases en las aulas prefabricadas come en ellas. Los niños no comen en sus clases, tienen un comedor con capacidad de 130 plazas, más un módulo prefabricado, con capacidad para treinta comensales, y que cuenta con dos aires acondicionados, además de una mesa caliente”. El módulo, tal y como pudo comprobar este medio, está perfectamente habilitado y climatizado, cumpliendo a rajatabla la normativa vigente.
Los únicos alumnos del centro que comen en las aulas son los niños de infantil, “en primer lugar, porque el cupo del comedor no da suficiente para atender a casi 500 comensales al día y, en segundo, porque dentro de las aulas de infantil están mucho mejor atendidos. Por otro lado, los baños están más cerca y cuentan con su propio módulo independiente”.
Todas las medidas necesarias
Quería apuntar que “estamos saturados, es cierto, pero no es por gusto. Se han tomado todas las medidas sanitarias, de personal y de medios para que se venga a poner en entredicho la labor de un personal que se vuelca con los alumnos”. Entre otras cosas, este año han realizado una inversión de 3.000 euros en carritos isotérmicos, por poner un pequeño ejemplo.
Añadía que este tipo de comentarios no son de su agrado, “máxime cuando no es así. Desde el equipo nos rompemos la cabeza en hacer lo posible para mejorar la situación”.
Efecto óptico
También se dijo en la noticia publicada el pasado viernes, 10 de octubre, que algunos padres contemplaron cómo los niños trepaban a las ventanas del gimnasio. Ventanas que, según declararon, estaban a varios metros de altura. Los progenitores que afirmaron tal hecho a la redacción de este medio, “estaban y están completamente equivocados”, aclaraba la directora, quien insistía en que “es rotundamente falso, fruto únicamente de gente que acudió y no conoce la distribución del centro. La zona de las ventanas que veían los padres desde el gimnasio está situada a diferente altura, en un patio superior al que se accede mediante unas amplias escaleras, con lo que éstas a la altura de los niños”.
Recalcaba que, aunque prácticamente se duplica la capacidad, se sigue manteniendo la misma ratio de profesores por niños en los patios. Uno cada veinticinco. “Si salen cien niños, habrá cuatro profesores, si salen doscientos, ocho. Como en cualquier otro centro de Santa Pola”. Es decir, hay el doble de niños, sí, pero también el doble de profesorado.
Conocedores de la situación de saturación, “tenemos tanto turnos de comedor como turnos de patio. Aún así, y por ser este colegio de nueva creación, nuestros niños disponen de mucho más espacio de patio que en la gran mayoría de centros”.
Seguridad, ante todo
Declaraba María José López que, en educación y por principios, “nadie se la juega en materia de seguridad. Todas, repito, todas nuestras instalaciones cuentan con las medidas de seguridad pertinentes. La seguridad y la garantía de la misma es nuestra máxima preocupación”.
En cuanto a los barracones, “hoy mismo (por el martes) han instalado un módulo anexo a los barracones, que es una escalera cubierta. Es cierto que la anterior, que estaba al aire libre, contaba con las medidas de seguridad necesarias, pero no me parecía lo más adecuado para el acceso y salida de las aulas, sobre todo cuando llovía”. Explicaba que “he luchado durante un año para que cambie y, a día de hoy, tenemos una en módulo cerrado”. Por otro lado, desmentía el hecho de que haya módulos a tres alturas, “todos son de dos, planta baja y primera”
En cuanto a las aulas prefabricadas, indicaba que “todas ellas cuentan con aparatos de climatización de frío y calor. De hecho, en este inicio tan temprano del curso, con temperaturas tan altas, han sido los alumnos de las aulas prefabricadas los que han estado más frescos”.
Si hablamos de ratio, destacaba que “se cumple a rajatabla, más en los barracones, tanto a nivel de alumnos por aula como de espacio por alumno”. Agregaba que “en ningún caso llegamos a los treinta por aula de prefabricado. En la que más tenemos, hay 26”. En cuanto a las declaraciones de algunos padres, en las que hacía referencia a que los niños de las aulas prefabricadas tienen miedo cuando sopla el viento, López lo considera una completa exageración, puesto que “llevo dando varios años clases en estos módulos y, cuando sopla el viento, las ventanas hacen ruido, pero ni se mueve ni nada”.
No es real
Finalmente, quería recalcar el hecho de que la noticia publicada no daba una visión real de la situación que tiene, a día de hoy, el Vicenta Ruso. “Desde el equipo intentamos ayudar a los padres en todo lo que podemos, lo que conlleva muchas horas de organización y dedicación. Tiempo que va mucho más allá de nuestro horario”.
De la misma forma, este medio ha podido constatar, de primera mano, que tanto las instalaciones educativas como recreativas del centro se encuentran en buenas condiciones.