Depravado. Éste y otros calificativos semejantes son lo que merece la grabación y “subida” a las redes sociales del intento de suicidio de un chico de la localidad. ¿En qué nos estamos convirtiendo?¿Hasta dónde vamos a llegar?¡Nos hacemos llamar seres racionales!
Vergüenza. esto es lo que siento. Vergüenza de saber que a nuestro alrededor pulula gente de esta calaña. Sin sentimientos, sin valores. Y todos callamos, por este, el más grave, y por otros videos que vulneran la intimidad, los derechos, la dignidad de aquel que tenga la desgracia de ser el objetivo, nunca mejor dicho de estos canallas.
Habrán cabezas cerradas que a estas letras les darán mil y una vueltas. Se reirán ,me juzgarán, se preguntarán “y quién es esta “. Pues ésta es una mujer que respeta la vida, a las personas, a la que le da miedo pensar qué futuro les espera a nuestros hijos, cómo una persona con toda su frialdad se para a grabar a otra que intentaba matarse, una persona que está enferma, que sufre, que tiene una familia.
Como he dicho al principio ¿hasta dónde vamos a llegar? ¿Dónde está el límite? Estas palabras se olvidarán, así como el video; llegarán otras imágenes y otras víctimas con tristes historias que se subirán a internet, dichoso y maldito internet, y se comentarán, harán juicios, como si tuvieran todo el derecho. Imbéciles, opinará gente con dos dedos de frente y opinará gente que se sacude su mierda y se la hecha a los demás. No es mi intención ser ofensiva pero la cosa funciona así desde siempre. Y esto es lo triste, que no hay manera de cambiarlo. Saldrá otra vez el sol... pero el daño ya está hecho.
Afortunadamente sé, quiero creérmelo, que existen todavía seres a los que se les puede llamar HUMANOS. Alguien que lucha todos los días por no perder la FE.