El arte de pesca de arrastre, como cualquier otro, no es en sí mismo ni bueno ni malo. Sí lo es la utilización que hagamos los pescadores del mismo. De tal manera que si se utiliza en los fondos de arena, fango o limo, como lo hacemos nosotros, no generan ningún problema. En cambio, si se utilizan en ecosistemas marinos vulnerables, sí que puede ser negativo. No obstante, tenemos completamente prohibido utilizar este tipo de arte en esos fondos vulnerables y ya hoy en día existen miles de kilómetros cuadrados de fondos marinos cerrados a la pesca con artes de fondo.
La pesca de arrastre en el Mediterráneo Ibérico se realiza desde hace más de 100 años y es una de las actividades que ha conformado la biodiversidad que actualmente conocemos y disfrutamos en el Mediterráneo. Sin sus efectos, probablemente no existirían especies como la gamba roja, la quisquilla o el langostino. Mucho peores son los efectos ambientales que puede generar una red de enmalle de cientos o miles de metros perdida en el fondo marino, provocando lo que se conoce como pesca fantasma.
En cambio, los efectos del arrastre -debido a la naturaleza y capacidad de regeneración de los fondos blandos- se diluyen en término de horas o pocos días. La pesca fantasma de un arte de enmalle perdido dura años y es totalmente estéril en términos económicos y de conservación de la biodiversidad, y las estimaciones que barajan algunos expertos cifran en decenas de miles de metros de red de enmalle que se pierden anualmente en el Mediterráneo.
Con respecto a la normativa actual de la UE que regula el arrastre, lo que hace es, por un lado, establecer los fondos en los que se puede pescar y en los que no, protegiendo los fondos vulnerables y, por otro lado, recoger las medidas técnicas necesarias para intentar que el arrastre sea lo más selectivo posible o que evite la captura de juveniles.
La nueva generación de armadores y patrones de pesca de nuestro litoral es plenamente consciente de que dependemos de la “salud” de nuestro Mediterráneo, y que nuestro futuro como empresarios, profesionales y trabajadores del mar está en mantener la capacidad productiva óptima de los caladeros, para que todos podamos disfrutar de manera sostenible del bien común que es el mar. Trabajar en ese sentido es responsabilidad de todos; los pescadores, los primeros. Lo contrario es pura manipulación y demagogia.