Un año más, el verano vuelve a apropiarse de nuestras vidas. A su sombra, o mejor dicho a su Sol, muchas personas esperan un alivio de su economía. Ya no se trata de hacer el agosto, ahora se trata de sobrevivir. La mayoría de comercios de Santa Pola confían, esperan y desean que el verano mitigue las influencias de un año para enmarcar y ponerlo mirando a la pared. La crisis ha dejado a muchas familias al borde del abismo y, los que han podido sujetar los machos, cargan ahora sus armas de tesón, rezos y esperanza. Por ello, este año más que nunca, debemos unirnos y solidarizarnos con los que han puesto el resto en la recámara de sus últimos recursos, de sus aspiraciones más básicas y ansiadas.
El turismo siempre ha sido un motor financiero para nuestra ciudad. Obviamente, debemos retomar el recurso turístico como básico para revitalizar nuestra economía. Por otra parte, debemos ser más solidarios con los negocios que viven de la noche. Una cosa está clara, el turismo de Sol y playa no debe posicionarse entre los primeros de nuestra actividad turística. Nuestra mejor opción es el turismo de calidad, es decir, el cultural, el gastronómico, el deportivo y, sobre todo, el náutico. Acercar el mar en vez de dejar que lo tomen, ofrecer alternativas y actividades que hagan disfrutar al visitante. Que se divierta durante el día, que goce de nuestra cocina, que descanse por la tarde y que viva la noche. Es así de fácil. Debemos ser solidarios con los que se esfuerzan por ofrecer posibilidades, en vez de comportarnos como dictadores del descanso. No debemos ser una ciudad dormitorio, somos una ciudad junto al Mar Mediterráneo. Siempre hemos vivido la noche con alegría, hasta que llegaron los defensores del descanso y la apatía. Yo quiero ser solidario con los creadores de diversión y empleo. Ya descansaré cuando me muera.