Vengo observando un tiempo, desde principio del verano, y aun en estas fechas se sigue agudizando, cada día más, camino hacia la baja temporada tan larga por estos lares; un nuevo mercado callejero, festejo tan explotado en Santa Pola junto con los “Maratones” o carreras de competición de todo tipo, son tiempos de crisis+crisis, nada nuevo para este pueblo y todo comercio padece las ansias de vender y aumentar sus ventas para subsistir y afrontar cuantas obligaciones le caen encima.
En el Paseo del Puerto exactamente en donde parten y llegan las muchas embarcaciones dedicadas al transporte de turistas y curiosos diarios, visitantes de ida y vuelta, todos, con sus mochilas de avituallamiento y en muchos casos excesivos en número, tratándose de un lugar calificado como Reserva Marina y de Patrimonio Natural para pasar un día distinto con la “excursión a La Illa”, máxima y única atracción aquí, conocida por todos y que también recibe gentes de otros puertos.
Pues bien; como si un mercado de frutas y verduras –con todos mis respetos a las personas que se dedican a tal labor- a gritos e insinuaciones en muchos casos nada agradables y coaccionando la voluntad de los clientes, quieren atraer a su beneficio y empresa los más posibles, esto les desorienta y nos da mala imagen de la oferta, y a mí personalmente me da vergüenza que un pueblo que quiere vivir del turismo, puesto que lo necesita, actúe así, y podría dar muchos adjetivos a estos profesionales que no agradarían a nadie.
No perdamos nuestras composturas y analicemos nuestras actuaciones con los servicios que ofrecemos y de los cuales tenemos que subsistir muchas familias, en un pueblo donde la oferta turística y de interés es tan escasa. Que todo no sean obstáculos, vallas y grúa retirando los vehículos para correr un maratón, o tenderetes y mercadillos. Seamos sensatos y ofrezcamos aquello que nos gustaría que nos ofrezcan a nosotros, con la máxima discreción y compostura. Y quizá en este caso también lo que nos sobran son ofertas y lo que falta es clientela.