Retrocedemos en mi memoria y vuelvo al momento aquel en que empecé a no sentirme a gusto como Dictador, y todo por culpa de ciertos comentarios y chismorreos de quienes se atrevían a quejarse de que, siempre el mismo, no hay derecho, etc. No sin poco esfuerzo, no recurrí a mi tradicional sistema, así que, en vez de mandar fusilar, me reuní con unos cuantos de mis tiralevitas, dictamos las normas, ordené a los presuntos Candidatos que saltaran al escenario Democrático, y convoqué a urnas. ¡No se presentó ni un solo candidato! y total, según comentarios que llegaron a mis oídos, porque los presuntos candidatos ni en broma aceptarían la norma que mandé incluir, que me pareció, además de sumamente democrática, absolutamente necesaria, lógica y honesta, en la que se les advertía -a los candidatos ,claro- que las promesas incumplidas se pagarían con la cabeza. ¡Y llaman Democrático a esto que tienen ahora! La plebe, con poder cambiar de Figurantes, creen cambiar algo. Ni se enteran de que la sartén la sigue manejando la Invicta Codicia Insaciable.
Filiberto Ramírez