Ana Merodio
 

UN EJEMPLO A SEGUIR

 
Jueves 8 de octubre de 2015 0 comentarios
 

Soy una mujer mayor que adopté la ciudad de Santa Pola, donde compré con mi esposo un apartamento hace alrededor de treinta años.
Como me encuentro muy a gusto, aún estando viuda, he continuado con la costumbre de pasear y visitar a nuestros amigos. Son muchas las cosas agradables que tiene esta villa: paseos, playa, sol casi siempre y un trato muy bueno con los santapoleros que siempre han sido muy acogedores con los forasteros.
Solamente hay una cosa que, entre todos, podríamos subsanar: las marcas que dejan los canes contra los edificios.
Hace unos días me crucé con unos extranjeros que, como yo, llevaban de paseo a su perrito. Cuando el perrito levantó su patita para hacer un pis, la señora derramó un chorro de agua sobre la orina, de una botella que ella llevaba en la mano. Me gustó tanto este gesto que le pregunté de qué país eran, me contestaron muy amables que eran de Holanda y comprendí porqué están tan limpias las calles del norte.
¿No podríamos entre todos conseguir algo parecido? ¿No nos hemos sentido un poco avergonzados de la suciedad de nuestros muros? Podríamos empezar entre todos los que tenemos canes a practicar lo de la botella de agua.
No oiríamos la expresión “¡qué sucio!”. Conseguiríamos entre todos llegar a ver Santa Pola tan limpia que nos haría sentir orgullosos de vivir en ella. Ánimo amigos, yo ya he comenzado, aunque mi perrita no lo haga sobre las paredes.

 

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