Todos los veranos vivo la misma experiencia, algunos años hasta tres o cuatro veces. Estoy tumbado en mi hamaca debajo de mi sombrilla leyendo el periódico o simplemente mirando cómo la gente se baña cuando de repente veo que viene hacia mí una sombrilla volando, si viene con la copa por delante me llevo un susto, pero si viene con la punta, que parece la lanza de un gladiador romano, entonces es pavor lo que me entra. Hasta ahora yo he tenido suerte solo me he llevado sustos, pero algunos vecinos han sufrido las consecuencias en sus carnes.
Las sombrillas suelen llevar dos cuerdas, es mejor tres o cuatro, que van desde la copa hasta el suelo y su función es atarlas a unas bolsas llenas de arena que sirvan de “muerto” para evitar que con el viento vuelen. Señores novatos en cuestión de sombrillas : sitúense donde quieran, siempre que no esté prohibido, pero por favor pónganles “muertos” para evitar accidentes.