¿Te has preguntado alguna vez cómo podrías ser la persona que siempre has querido ser? ¿Entiendes tu personalidad? En algunas ocasiones, sentimos que no le estamos sacando jugo a nuestras capacidades. Que no estamos enteramente satisfechos con nosotros mismos.
Pero nos resistimos a hacer cambiar nuestra vida. Sin embargo, los cambios desempeñan un papel muy importante en nuestra salud física, mental, emocional y social, por lo que es esencial estar preparados para afrontarlos. La vida está plagada de emociones positivas, pero también de sucesos que nos preocupan o entristecen. Pero si sabemos aprender de ellos, adaptarnos y superarlos, nuestra personalidad se fortalecerá.
¿Por qué algunas personas se crecen con la adversidad mientras que otras se hunden ante el menor contratiempo? Responder de forma afectiva a la adversidad es una conducta que puede aprenderse, contrariamente a lo que opinan aquellos que creen que tienen mala suerte. A casi nadie le gusta enfrentarse a situaciones desagradables o conflictivas. Así que, cuando éstas se presentan, el primer impulso de muchas personas es ignorarlas.
Es decir, esconder la cabeza debajo del ala, y esperar a que el temporal pase o el tiempo se encargue de solucionar los conflictos. O darle vueltas y más vueltas sin tomar ninguna decisión. No se atreven a afrontar de cara el infortunio, por pequeño que este sea, y se hunden psicológicamente. Y, a menudo, la creencia de su propia mala suerte, les incapacita además para luchar contra los reveses instalándose en el pensamiento catastrofista.
Nadie es prisionero de la “mala suerte” sino esclavo de sus pensamientos. Este tipo de personas no encuentran nada sencillo vivir. Y se preguntan una y otra vez: ¿Por qué la vida es tan complicada?