Corazones sin hambre
de corazones
voy a la intemperie con mi desnudo en la mano.
Ando sobre la tibia arena
de la risa dejando que la brisa
se lleve mi sudor.
Y en la lejanía donde habitan los sueños tornaré a mojar
los bosques con mi lluvia.
Líquidos los tiempos
que emergen de las olas, son aladas las mariposas de mi voz.
Líquidos los tiempos que gotean de las horas son agujas que
me cosen por dentro la razón.
Sueños, risas, mariposas, bosques, manos que gesticulan
en el vacío un adiós.
Un barco se acerca
desde la lejanía quizás a
rescatarme de un naufragio.
Un horizonte se desprende de la distancia quizás a rescatarme del naufragio de un mundo.
En una playa los corazones
desnudos esconden sus
mariposas en una caracola.
Oídos sordos resucitan
en otras orillas en la caricia tibia y afilada de una cuchilla.
El mundo se parte en dos
mitades, una media naranja exprimida se seca al sol.
Los reversos de la historia penden de un hilo como todos los ahorcados por el olvido.
Y en la memoria solo queda
el pellejo de un criminal
que fue niño.
Sueños, risas, mariposas,
bosques, manos que gesticulan en el vacío un adiós.
Un barco se va alejando
en el horizonte hasta convertirse en un punto abstracto.
Acuarelas nacen
de mis dedos jugando
con la luz del amanecer.
En un instante
todo son reflejos de las
estaciones, las horas, el verso.
Un cangrejo se desabrocha
de mi muñeca y es hacia atrás, hasta donde alcanza la memoria,
una acuarela para un niño y de su silencio nacen mariposas.