El 26 de julio debe de ser un gran día para que toda la familia unida celebre el “Día de los abuelos” Ha de ser un día que se convierta en la fiesta del amor.
Hoy se miran a las abuelas y abuelos con afecto, gratitud y gran estima. Ya que son o mejor dicho somos, ya que yo también me considero uno de ellos, parte esencial de la comunidad y de la sociedad. En particular, representamos las raíces y la memoria de un pueblo.
Nosotros somos una participación importante porque nuestra experiencia constituye un tesoro precioso, indispensable para mirar al futuro con experiencia y responsabilidad. Nuestra madurez y sabiduría, acumulada a lo largo de los años, pueden ayudar a los más jóvenes apoyándoles en el camino del crecimiento y de la apertura de su camino.
Las abuelas y abuelos, efectivamente, testimoniamos que, incluso en las pruebas más difíciles, no hay que perder nunca la confianza en conseguir un futuro mejor. Somos como árboles que siguen dando fruto aún con el paso de los años. Podemos dar nuestra aportación original en pos de una sociedad rica en valores y para consolidar la cultura de la vida.
Somos muchos los abuelos y abuelas que empleamos generosamente nuestro tiempo y los talentos que Dios nos ha concedido en prestarnos para ayudar y apoyar a los hijos y nietos. Debemos de continuar con valor dando ejemplo de amor y solidaridad para testimoniar estos valores. Por tanto, os animo a no olvidar la gran responsabilidad que tenemos ante la sociedad, y a seguir con los propósitos y proyectos de bien, y todo esto a pesar de que a estas alturas de la vida es comprensible que nos sintamos cansados y frágiles.
Miguel Atencia