Seguramente a más de una persona le llamará la atención el título que doy a este artículo, sobre todo lo de “DOS”. Para aclarar sus dudas les recuerdo que el mes de julio del pasado año fue publicado otro relato cuyo título era “La educación moral” por lo cual a este he añadido la palabra “Dos”.
Viendo unos anuncios en Televisión me ha llamado la atención uno de ellos que recordaba como el día 15 de mayo se celebraba el Día Internacional de la Familia. Esto me ha hecho reflexionar sobre el papel decisivo que en el momento actual juegan tanto los padres como los abuelos para mantener la familia unida.
Y se me ocurren tres aspectos que son fundamentales en la educación moral familiar:
PRIMERO, la LIBERTAD, entendida como un paso progresivo de la dependencia a la independencia y autonomía. La verdadera libertad consiste en saber usar la independencia con sentido responsable. No es tarea fácil educar en la libertad en la familia, pero es el único camino para que las personas lleguen a la madurez y responsabilidad. La educación de la libertad tiene que ser progresiva según sea la edad y las circunstancias de los hijos.
SEGUNDO, el AMOR contemplado como apertura y entrega al otro. Pasar del “yo” al “nosotros”, del aislamiento a la sociabilidad, del egoísmo a la solidaridad. La familia tiene que preparar a los hijos para integrarlos en la sociedad con un espíritu solidario y fraterno.
TERCERO, el TRABAJO como expresión de la realización como personas. Desarrollar el trabajo y la profesión con honestidad enriquece a la persona y contribuye al bien común social.
La familia es la escuela del más rico humanismo. Y el mejor patrimonio que hoy se puede dar a los hijos no es la riqueza sino la educación moral. Porque como en su día afirmó Cicerón “un campo, por fértil que sea, no puede dar fruto si no se cultiva, así el espíritu si no se educa”.