Es Mari Trini: La mejor poetisa-compositora y cantante española de todos los tiempos. No puedo comenzar este escrito o manifiesto utilizando dudosos calificativos que puedan confundir a toda la juventud, su mayoría desconoce la riquísima y dilatada trayectoria de una mujer sencilla, creadora y muy buena como cantante de un sentimiento desbordante, estilo único y nuestro. Si es cierto que Mari Trini forjo en sus principios un estilo clásico francés del más puro repertorio de los grandes en este país, por lo que muchas de sus canciones son más ricas si la escuchamos en francés.
Pero no olvidemos que Mari Trini es nuestra, española (de Murcia para más señas) y que todavía somos muchos los que durante tres décadas escuchamos y seguimos de alguna manera todo su buen hacer; penas y glorias que los artistas en el nuestro son sometidos por la critica de “profesionales” cuando lo que importa es su trabajo que en este caso es mucho, la calidad, los textos siempre comprometidos y con un riesgo impropio para una mujer de su época, fue suavizada por la dulce melodía de su voz.
Yo particularmente no he dejado de escucharla muy a menudo aunque en los últimos años fue olvidada por los medios al negarse ella entrar al juego de programas que destruyen más que favorecen todo el trabajo que con sudores y lagrimas queda hecho por los siglos de los siglos. Prometo que de hoy en adelante escuchare repetidamente y sin piedad su completo repertorio y así mantener vivo su recuerdo, al igual que otros muchos recuerdos de belleza que jamás olvidamos a lo largo de nuestra única vida.
Porque lapidamos a muchos artistas en vida quedando completamente olvidados si no surge alguna noticia macabra o de su propia muerte como es el caso, para surgir al candelero y al poco tiempo si visto y escuchado también olvidado.
Como es natural en los próximos días nuestras cadenas de televisión es posible que emitan un especial Mari Trini puesto que estos son contribuyentes al más puro y ciego olvido de nuestra cultura.
…Dame Tu Mano Y Ven, Toma Las Mías.
Que todos tus poemas sean el colchón donde duermes el sueño eterno.
Que tu música acompañe el dulce viaje infinito meciendo tu alma.
Que todos tus amores se conviertan en ángeles y no te abandonen.
Que el paisaje de canciones arropen mi alma y no me separen de ti jamás.
Que la gloria que te falto al final de tus días sean la dicha eterna, Amén.

Pedro Carbonell