En este pueblo tenemos cosas que nos levantan: playas, puerto, paseos, etc. ¡Qué hermosa es la ciudad de Santa Pola!

Pero hay un lugar dentro de las murallas del Castillo, pequeño, con bancos, antes serían sillas de chopo que, creo, desde 1643 es visitado por mucha gente, no cantidades, excepto en los días de su fiesta, con flores, llevadas con amor. Ya saben a que me refiero: la ermita de la Virgen de Loreto. No digo nada nuevo.

Venerar, no adorar, una pequeña imagen de la que tenemos por Madre: “Eres nuestra Madre”, así dice el altar.

Adorar, un pequeño Sagrario en un copón, Cristo, para el creyente, está Cristo. Recuerdo estando sentado en un banco que un niño se acercó y llevando una patata frita, le dice: “¿quieres?” Aún me estoy riendo y recordando la frase de Cristo: “dejad que los niños vengan a mí…”. Qué gran verdad, los mayores tendríamos en algunas cosas que aprender de ellos, su sinceridad te da vida.

Hablarle en silencio de tus problemas, de tus alegrías, de tu enfermedad, de tu paro, es decir, de tu vida, sin mover los labios.

Guardar silencio, que lo necesitamos. Es una buena medicina que curaría muchos problemas. Así, de ese modo puedes encontrar paz, algo que nos hace mucha falta en este mundo, donde tienes que apagar la televisión, la radio, algunas veces, para no escuchar lo mal que lo hacen los demás, pero ¿y tú?.