Es muy triste que semana tras semana la realidad nos obligue a escuchar sobre la situación económica general y sobre todo el desempleo en particular, pues de forma inexorable se va avanzando hacia cifras que llevan consigo posibles consecuencias sociales de enorme trascendencia para nuestro futuro y, paralelamente, los hechos van dejando, una y otra vez, en evidencia a un Gobierno incapaz de admitir la realidad y, por ello incapaz de adoptar las medidas adecuadas para salir cuanto antes de esta profundísima crisis que padecemos en España.
Para el Gobierno y en especial para su Presidente, hace un año no había crisis y los que pronunciaban esa palabra eran alarmistas poco patriotas, después se dijo que era una desaceleración de la economía, luego que el paro nunca superaría el 11%, hace solamente unos días el señor Ministro de Trabajo afirmaba enfáticamente que nunca se llegaría a los cuatro millones, y el viernes la nueva Vicepresidente de Economía dijo que hay margen de maniobra y que hay que confiar en el diálogo social, pero también mencionó la terrible cifra de posibles cinco millones de parados, aunque para descartarla, y la otra Vicepresidenta ha calificado esa posibilidad como augurio apocalíptico.
Pero por mucho que se aferren a dogmatismos ideológicos en economía prevalece la realidad, y hoy por hoy, es que se han superado los cuatro millones, que ello supone más del 17%, de la población activa, que en más de un millón de hogares no hay ningún empleo, y que en el horizonte se vislumbra el llegar a los cinco millones y al 20% y mientras se siga negando esa realidad y se sigan adoptando medidas como si estuviéramos en presencia de algo distinto no solamente no se encauzará la solución sino que empeorará la situación y se tardará mucho más en salir de la crisis.
Es evidente que son absolutamente necesarias medidas estructurales y no ir poniendo parches que están resultando ineficaces y hay que dejar de creer que todo se arreglará tirando de chequera con cargo al dinero público y aumentando el déficit indefinidamente, ya que con eso lo que se consigue con seguridad es un endeudamiento tremendo para el futuro que será una losa respecto del crecimiento económico.
Cuando es absolutamente necesario los gobiernos tienen que tomar medidas que muchas veces son impopulares pero hay que tener el coraje de hacerlo poniendo el interés general por encima del partidista o electoral.
Gaspar Bonmatí