El agua, ese bien tan preciado, ¡qué poco lo valoramos! Vivimos en una comunidad donde el agua escasea, cada año más. La agricultura, el pan diario de muchas familias, se ve agravado debido a la falta de riego de sus campos, muchos tienen que abandonar el campo y dedicarse a otros menesteres y trabajos.
Llegando el verano, el consumo de agua potable se dispara en nuestra villa marinera, la población crece. En las viviendas, el consumo doméstico aumenta. Lo que no es de recibo y muy deplorable y criticable es el derroche que hacen del agua potable muchos vecinos que habitan en bungalows y plantas bajas de las zonas de Tamarit, Playa Lisa, etc. A diario, riegan sus terrzas para refrescarlas, dejando grandes charcos de agua potable en la calzada. La limpieza de sus coches, delante de sus viviendas, es un trabajo que lo efectuan habitualmente.
Muchos años son ya derrochando agua. ¡Basta ya! La contestación de estos vecinos, cundo se les recrimina el hecho, es: “¡El agua la pago yo!”. Señores, el agua es un bien común. Para evitar restricciones de agua, hay que controlarla, no malgastarla.
Urgentemente, a las autoridades, tienen que tomar cartas en el asunto. Hay muchos charcos en las calles, vamos por mal camino.