Esta semana veía reflejado en el periódico que había una jornada de conviviencia canina y me pregunto... ¿harán también hincapié en la convivencia de los cánidos con el resto de seres humanos? No sé, me pregunto yo si hablarán entre todos los dueños de perros que acudan de la necesidad imperiosa de recoger sus heces y micciones (la de los perros, no las suyas, hasta ahí llegaríamos) de las calles que pagamos todos.
El otro día tuve a bien atreverme a salir a comprar al supermercado (atrevida yo), sin la correspondiente protección de unas botas de agua y un traje anti infecciones. Como Dios te ayuda si te ayudas a ti misma, el Cielo tuvo a bien donarme un hermoso zurullito en la punta de mi zapato (monísimo, por otro lado) justo antes de entrar al establecimiento donde me dirigía. Y, claro, aquí llegó el dilema... ¿entro a comprar toda mona paseando el coprolito y rivalizando con el aroma de la gamba o me tengo que dar la vuelta, subir a mi casa y cambiarme? ¿Quién me paga mi tiempo y el asco que pasé desinfectando el zapato?... Convivencia... ¡JA!