Uno de los momentos importantes para una pareja es cuando los hijos comienzan a ser independientes y la casa comienza a sentirse vacía. Es un momento para retomar la situación de pareja, planteándose nuevos objetivos, nuevas acciones y nuevas formas de vivir en pareja. Un punto de inflexión para la relación entre el matrimonio y donde se ejecutan nuevos puntos de encuentro, lo que genera conflictos, enfrentamientos, y disputas por redefinir la situación.
Los hijos empiezan a estudiar fuera de casa, inician los trabajos y tienen mayor autonomía e independencia, tienen pareja y deciden formar su propia familia. Eso establece las bases para comenzar a replantear la vida en pareja de los padres y cuáles son los planteamientos nuevos para poder encontrarse nuevamente.
Hasta el momento el proceso de la familia ha seguido su curso (...). Si durante el cuidado de los hijos hemos dedicado tiempo a nuestra pareja (...) este tiempo, donde los hijos se van, la pareja no se resiente tanto. Si esto no ha ocurrido es posible que la pareja entre en crisis (...) que sucumba en una separación o en la lucha continuas (...), si no se toman medidas precisas pueden generar una ruptura.
Durante el tiempo de crianza es importante que se tengan en cuenta algunas cuestiones: que tanto el padre como la madre generen espacios de cuidados personal y tiempo de ocio.
Que ambos progenitores participen en la educación de los hijos, que no recaiga toda la responsabilidad en uno de ellos.
Que se establezcan procesos de cuidado de la pareja; diálogo, transmisión de emociones, escucha activa hacia la otra persona; en definitiva, tener pequeños y grandes detalles para seguir manteniendo y cuidando la pareja.