Gracias a la buena calidad de construcción de las viviendas santapoleras, concretamente en la zona de Playa Lisa (no daré más datos), puedo asegurar que me sé todos los hits del verano presente y algunos del pasado. No quiero parecer viejo, abuelo, antiguo o trasnochado, pero es que llevan quince días una panda de jovencitos en el piso de al lado y no paran con el altavoz bluetooth. El inalambrismo del chisme no les quita tiempo para dejar de conectarse con la lista de reproducción más horrible conocida por el ser humano. Tampoco digo que escuchen a Mozart y se desmelenen con las operetas... pero, por favor, un poco de gusto y selección musical. No escucho más que voces distorsionadas para parecer más agudas, letras con rimas imposibles y siempre el mismo ritmo chimpún, chimpún, chimpún. Ya sé que cuando Elvis sonó por primera vez, los padres berreaban. Pero no comparemos.