Bernardino Gago Pérez
 

Allá donde estés

 
Viernes 18 de septiembre de 2015 0 comentarios
 

Hoy día en que el pueblo español está instruido, por su escolarización sabe, debe saber distinguir la forma verbal del modo indicativo y subjuntivo al igual que el significado que comportan tales expresiones, cuales son: estás / estés. La primera afirma una realidad objetiva en tiempo presente, que se da de hecho entre los comunicadores: “Estás en el cielo”. En cambio la segunda expresa una realidad subjetiva en la mente del hablante como hipotética, de probabilidad, de deseo, de duda, etc., matices no dados de hecho en ese presente que aletea en el individuo: “Quizás estés, ojalá estés, que estés bien. De donde, con tales ejemplos, la oposición significativa es clara entre “allá donde estás / allá donde estés”. ¡Qué diferencia más genuina se expresa en el habla!
El hablante, llevado al plano espiritual, afianza su certeza de la presencia del espíritu del ser en otra vida pues, muerto, ya ha dejado la presente. En este caso prevalece la fe del individuo, su creencia en la trascendencia del ser, en la vida del más allá. Con su acto de fe vive la realidad objetiva del presente tal y como la vivimos todos los mortales, la certeza de la inmortalidad como la vivieron ya nuestros remotos antepasados; la que vivieron Noé haciendo “en todo como Dios se lo mandó“ antes del diluvio universal y el patriarca Abrahán abrazado a su fe ante Yavé, según el pacto establecido: “Y creyó Abram a Yavé y le fue reputado por justicia” como se nos narra en el libro del Génesis. Y la vivieron más tarde Platón, Aristóteles y otros eminentes filiósofos en dimensiones distintas a través de la vía intelectiva y otros y otros, cual el gran Unamuno con su sentimiento y pensamiento (fe y razón): “Piensa el sentimiento; siente el pensamiento”.
Que “en el cielo nos veamos”, que antaño se oía con frecuencia al despedir un duelo, es el deseo de unión en una realidad presentida. Hoy apenas se oye; hay otras expresiones que la reemplazan como “allá donde estés” ¿Dónde? ¿Qué se quiere expresar ante el cadáver o las cenizas del finado? ¿Por qué no decir: “me uno a ti allá donde estás”?. O también con expresiones manidas, floreando a Miguel Hernández “A las aladas almas de las rosas...” ¿Por qué no rememorar las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre: “Esta vida es el camino / para el otro que es morada / sin pesar? Que cada quisque se responda a sí mismo.
Esquelas mortuorias nos encontramos por paredes de calles y plazas; las vemos frente a frente en las puertas de las iglesias con su texto repetitivo, siempre el mismo en el que destaca: “Habiendo recibido los santos sacramentos (ayer, viático) y la bendición apostólica de Su Santidad” . Y muchos nos preguntamos por el cómo, el dónde y el cuándo; por el santo sacramento de la Extremaunción, la Unción de los enfermos con la recepción de la Eucaristía, la Sagrada Comunión.
¡Dichosos los que tuvimos la suerte de ver morir así a nuestros padres !

 

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