El día 1º de mayo se celebra el día de la madre. ¡Qué paradoja de la vida! cualquier hijo sabe apreciar que cualquier día es el de la madre. La primera en levantarse, la última en acostarse. Aquella a la que tratamos de ganar con un bonito ramo, un dibujo o una poesía, y eso que ella nada pide a cambio.
No habrá tiempo en nuestra vida para poder agradecer cuanto hacen por nosotros. Desde el día que sin pensarlo dos veces, ante la primera “falta”, deciden aceptar el reto de gestar una vida en sus propias entrañas. Sin pensar los “y si…”, sin buscar los “y sí no…”. Un solo gesto de generosidad extrema hace que apretando los puños se preste a ayudar a esa vida que acaba de empezar en su vientre, y que en pago le regala un momento duro, el parto, seguido de una alegría inmensa, ver nacer el fruto de sus entrañas. (...)
Y para los que viven lejos de ella desde hace muchísimo tiempo y no han podido hacerla disfrutar con los primeros años de los nietos y se han tenido que conformar con una llamada cada pocos días, y reunirse en las comidas familiares dos o tres veces al año, este día debe de cobrar una gran importancia, ya que me imagino que siguiendo el ritual de cada año, le habéis enviado un beso virtual a través del teléfono deseándole los mejores augurios en el día que la sociedad ha decidido dedicar a las madres, pero que para cualquier buen hijo, es uno más de los que conforma el año.
Y para aquellos que la han perdido para siempre, entre los que me incluyo, pensemos que en este mundo estamos de paso, y deben de prevalecer los buenos momentos pasados junto a ella, así como el ejemplo de unidad familiar que nos ha transmitido durante su estancia entre nosotros.
Y para terminar, tanto para las mamás que están, como para las que ya nos dejaron, gracias MADRE, y que la vida os siga permitiendo disfrutar un montón más de años el poder llamar o abrazar a unas o visitar en el cementerio y rezar por las otras.