Debe ser que al equipo de Gobierno de Santa Pola le va el diseño. Lo moderno. Lo zen. Lo ‘minimal’. Les estorba ver cosas por los sitios, como si tuvieran una especie de trastorno obsesivo compulsivo con “lo pelao”. De momento, las playas las han dejado “pelás” de chiringuitos. Porque todo el mundo sabe que queda mucho mejor una playa o un paseo sin un miserable sitio donde echarte algo fresco a la garganta cuando vas paseando con la familia y aprieta la canícula estival.
El problema es que estas prácticas zen de fondo blanco y nada absoluta también las quieren hacer extensivas a la economía. Un centro “pelao” de comercios locales se vislumbra en el horizonte de seguir las cosas con la marcha que llevan. Tampoco son partidarios de que se instalen nuevos proyectos. ¿Se acuerdan cuando la Universidad quería aprovechar el astillero de Vatasa para crear un vivero de empresas dedicadas a la náutica? Una iniciativa que también venía acompañada de locales de ocio e, incluso, de hasta un posible Centro de Alto Rendimiento. Pues bien, con la callada por respuesta han optado porque dejen la zona “pelá”. Que mejor es que se unan las playas de Varadero y Santiago Bernabéu,y ‘prou’.
Efectivamente… para no poner ningún chiringuito, ni para que se instalen empresas, ni para que haya una zona alternativa de ocio. Juntamos las playas y que esto se quede “pelao”, que me hace mucho juego con la desolación del centro. Todo diáfano, espacios abiertos. Recuerda la labor que llevan haciendo unos cuantos años a los programas esos de comprar o reformar casas y los hermanos constructores/vendedores de fincas. Los que salen en el Divinity Channel (casualidad, el Ayuntamiento tiene hoy unos tintes también muy divinos, mesiánicos, incluso) se ponen a tirar tabiques con la misma alegría que éstos con las ideas buenas. “Es que, verás. El proyecto este tan chulo que se puso sobre la mesa me corta el feng shui, así que mejor tirarlo abajo y dejar un “open concept” desierto. ¿A que queda genial? Ni centro, ni chiringuitos, ni universidad, ni nada. Tan abierto que te puedes pasar hasta cuatro años sin limpiar, el leveche y la miseria se lo lleva todo”. Un ventajón sólo al alcance y gusto de los iluminados.
Estamos a punto de tocar el nirvana (no, los que hacen versiones del grupo de música tampoco pueden dar conciertos) con tanto ‘minimal’ y tanta regulación de las infraestructuras móviles adjuntadas de proyecto de ingeniería, arquitectura, medio ambiente y certificado de buena conducta, penales y buen vivir. Esto último lo repiten como un mantra que les ayuda a meditar, a dejar la mente en blanco. Para que les case con el pueblo, claro, no sea que el cojín de las buenas ideas no les pegue con el tono marrón tierra seca y cuarteada que han puesto en las cortinas.
Marrón clarito es el color del ‘chocho’ de las pipas, como se decía en mis tiempos. Frutos del girasol tostados cuyas cáscaras quedan muy bien en los paseos. Paseo, pipas y playa, a eso nos están condenando. A empleos temporales (que agradecidos son siempre, pero…), a comercio cero, industria menos uno e innovación menos diez. A lo mejor es una estrategia y, nosotros, simples mortales, no nos hemos enterado. A lo mejor quieren enfriar tanto las cosas para poder combatir el calor del verano de modo “eco-friendly”. Por eso no nos hacen falta los chiringuitos, porque gracias a las diferentes “no iniciativas” en verano sólo tendremos máximas de 22 grados y mantendremos el pueblo como era allá por los sesenta, con calles de tierra y un montón de líneas abiertas a todos los sitios.
¿Santa Pola está anticuada? Nooooo, que no te enteeeeras. Santa Pola es ‘vintage’, que es lo que se lleva.
