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Fin de temporada para los ‘pequeños cracks’ de la Penya Barcelonista

 
Viernes 3 de junio de 2016 0 comentarios
 

Ya se va cerrando el año en el que la Escuela de la Penya Barcelonista empezó a entrenar, allá por el lejano mes de septiembre, “cuando llegaban esos niños, con una sonrisa de oreja a oreja, y veían que sus padres se alejaban… rompiendo a llorar y diciendo que querían irse con su mamá”, destaca Carlos Martínez, entrenador de la Penya. “A esos niños les daba igual que hiciese frío, que se entrenase sólo en media pista (cosa que me gustaría arreglar para el año que viene). Siempre ponían lo máximo de ellos”, declara.
Recuerda cómo los papás preguntaban si podían probar antes de decidir si dejarlos o no, “o los entrenamientos donde, más de una vez, hemos tenido a algún niño en brazos. O cuando, muchas veces, en vez de llamarnos por nuestro nombre, nos llamaban ‘profe’... que gracia”.
Así fueron los comienzos, pero, cuando ya vinieron los partidos amistosos ,a los niños les encantaba estar todos en el vestuario, como profesionales, todos esperando “meter un golazo”. “A lo mejor perdíamos 8-1”, apunta Martínez, “pero ese gol lo celebraban como si hubiesen ganado un Mundial y se iban contentísimos”.
A partir de marzo ya vino una liga donde se enfrentaban a niños mayores, pero donde dieron la cara y jugaron grandes partidos: ganando dos y perdiendo cuatro, “pero lo más importante es que ellos se sentían el centro de atención y más cuando metían un gol. No sabían ni cómo celebrarlo”, recuerda el entrenador. A los papás, obviamente, “se les caía la baba y a nosotros, los entrenadores, más todavía, viendo cómo disfrutaban de lo que hacían, aún perdiendo”.

Medallas y diplomas
Este domingo fue la clausura de la liga, donde se repartieron medallas y diplomas a todos los participantes, “donde Joan, el más peque, nos preguntaba dónde estaba su cartucho”. Muchas son las anécdotas que se pueden destacar de un año deportivo, “pero me las guardo, o me faltaría periódico”.
Sí quiere destacar el míster que todo este proyecto no habría sucedido sin esos padres que, “día tras día, hacían el sacrifico de traerlos a entrenar con su botellita de agua, que no faltase. Muchas gracias también a ellos”.
Se despiden con esta última semana de entrenamientos y, confiesa Carlos Martínez, “los voy a echar mucho de menos este verano, porque son unos auténticos Pequeños Cracks. Y me gustaría resaltarlo tanto por mi parte como por parte de Rabasco, el otro entrenador”.

 

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