ENTREVISTA
 

La historia de un hombre entre ladrillos y redes

 
Lunes 1ro de julio de 2024 0 comentarios
 

- Pepe Bonmatí es un hombre que ha dedicado su vida a la construcción y la pesca en Santa Pola, una vida de raíces profundas y amor a su tierra natal

Cualquier persona que acceda a internet y busque ‘Santa Pola’, se va a encontrar con un pueblo de vacaciones conocido por el atractivo turístico de sus playas y su rápida conexión con la isla habitada más pequeña de España: Tabarca. Pero hace años, cuando no existía internet, Santa Pola era un pequeño pueblo en el que sus habitantes se dedicaban a la pesca. Unos pocos habitantes que construyeron lo que es hoy: un destino conocido internacionalmente.

Una de las personas que ha visto crecer y evolucionar al pueblo ha sido Pepe Bonmatí Buades. Nació en 1931 y, para esa fecha, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) en Santa Pola sólo vivían cuatro mil personas y se repartían en mil hogares. A día de hoy las cifras han aumentado a 34 mil habitantes y 15 mil casas. Pepe recuerda lo pequeño que era el pueblo y cómo muchas de las calles que hoy son edificios, antes eran casas de veraneantes burgueses que venían aquí a pasar el verano.

Durante su infancia se dedicó al sector de la construcción, con sus manos levantó la primera escuela de Santa Pola: el Colegio Virgen de Loreto. Si le dejas hablar te cuenta cómo él, al ser de los pequeños, se dedicaba a la mezcla junto a otros chavales de su quinta. Recuerda perfectamente cómo toda la edificación giró alrededor del pozo de agua natural que dejaron en el centro; aunque lo que mejor recuerda es la construcción del muro que rodeaba la finca.

Ese colegio ya no existe, lo demolieron y lo reformaron prácticamente entero, pero en la memoria de Bonmatí aún están los recuerdos de sus compañeros y de las jugarretas y gamberradas que tenían lugar en el descanso. Recuerda aquella vez que uno de ellos se sentó en el suelo y, al levantarse, tenía un ‘bicho enorme’ ataviado en el pantalón y corría para quitárselo mientras el resto, divertido, se reía.

La escuela no fue el único proyecto en el que nuestro santapolero trabajó, también lo hizo en la construcción de la ermita de Nuestra Señora del Rosario. De ésta destaca el trabajo de llevar a peso todos los materiales y también la dificultad del material con el que lo hicieron. El yeso se secaba rápido y había que moldearlo antes de que eso ocurriese. Uno de los mayores retos que se le presentó a Bonmatí en el sector de la construcción porque, después, se pasó a la pesca.

La vida como pescador

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), Santa Pola recogía más de seis mil toneladas de pescado al año y tenía una flota de casi 140 barcos, suponiendo un 12% de toda la flota de la Comunidad y un 28% de la de la provincia. Actualmente, Santa Pola sólo importa cuatro mil toneladas de productos marinos, con una flota muy inferior que apenas llega a los 90 barcos.

Es por eso que Pepe sucumbió y también se pasó a la pesca. Recuerda a la perfección las rutas por la costa africana y las paradas en Canarias. Cuenta cómo se embarcaba en viajes de meses para traer hasta Santa Pola la mayor cantidad de mercancía posible para que, posteriormente, un barco frigorífico lo transportara hasta Barcelona.

Estos viajes los recuerda con cariño y cuenta las batallitas que tenían que librar en alta mar. El agua dulce estaba reservada exclusivamente para el cocinero, así que, los meses de trabajo la higiene brillaba por su ausencia, al igual que los cortes de pelo y retoques de la barba. Embarcaban unas personas y volvían otras completamente distintas, al menos, físicamente.

No todo era paz y tranquilidad en la inmensidad del mar, eran años de guerra en Marruecos y desde la que era su casa en medio del atlántico, el santapolero escuchaba el resonar de las bombas de las tropas que Franco había mandado a librar cuentas a las tierras africanas. Le cuesta acordarse del nombre, pero finalmente lo consigue y descubrimos que esa era la guerra de Ifni, la última guerra española en África.

Además de las tensiones que generaba pasar cerca de lugares conflictivos, Pepe cuenta que muchos hombres caían al agua y no se les volvía a encontrar. Esta mala suerte, cuenta visiblemente emocionado, la corrió uno de sus primos, que un día de vuelta a casa desapareció y no volvieron a saber de él.

Una mente brillante

Cuando llega a la cita, Bonmatí, se queja de sus rodillas, con la edad no le funcionan igual y se tiene que apoyar en un bastón para andar debido al dolor que le producen. Pero, en cuanto empieza a hablar, se aprecia que la memoria no le falla a pesar de sus 93 años.

Los números le bailan y de algunos nombres no se acuerda, mas es capaz de traer de vuelta recuerdos de todas las épocas de su vida. No sigue un orden cronológico a la hora de contarlo. Empieza hablando de cómo han cambiado las calles, destaca que en esta misma en la que estamos (Avenida Canalejas), ahora se ven muchos edificios, pero que antes todo eran chalets a los que, en invierno, debido a la humedad, se le caían los techos y él y sus compañeros venían a arreglar por cuatro duros.

También recuerda la Guerra Civil, los aviones alemanes e italianos pasando a ras de suelo y el retumbar de las bombas en Alicante. Es capaz de contar cómo vivió el bombardeo del Mercado el 25 de mayo, como vio a los aviones entrar y minutos después el caer de las bombas de lo que hoy se conoce como una de las mayores tragedias civiles de la guerra.

Por último, habla de la gente del pueblo dice que, aunque las familias siguen siendo las mismas, antes se conocían todos. Todos los que vivían aquí sabían que los dueños de la farmacia habían tenido muchos barcos y que todos ellos los habían perdido, no se rendían en su deseo de tener una embarcación pesquera. También sabían de quiénes eran los campos y qué se cultivaba en ellos. O los chanchullos de las familias ricas con las cartillas de racionamiento en la posguerra.

Pepe es sólo una de las muchas historias que Santa Pola tiene para contar, escuchar su historia ayuda a hacer un recorrido histórico por el pueblo y a conocer cómo se ha constituido como lo que es ahora. Como Pepe había cientos, ahora quedan menos, escuchémoslos.

 

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