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El “cole” de no olvidar

 
Viernes 7 de octubre de 2011 0 comentarios
 

Estoy encantada de venir aquí, aprendemos muchas cosas y me gusta sobre todo responder a las preguntas que me hacen sobre matemáticas, recortar no porque me pone nerviosa”, comenta Aurora Ortiz. La que hasta hace poco era delegada en Santa Pola de los Donantes de Sangre es uno de los 27 enfermos de Alzheimer que actualmente asisten a las clases que AFAEASP, la asociación santapolera, imparte cada día, durante tres horas, en la Senia. Aurora Ortiz está en la fase inicial de la enfermedad y mientras ella aún es capaz de resolver algún problema matemático, otros enfermos, en la misma sala, pintan con dificultad una gran Senyera.
La gran sala de la Senia se divide en cuatro grupos, según el grado de los enfermos. Son como niños en el colegio, pero se podría decir que al revés. De lo que se trata no es que aprendan, sino que no olviden. “Con las terapias de estimulación de la memoria tratamos de retardar el deterioro cognitivo”, indica la psicóloga Toñi Guillén.
También realizan manualidades y plástica, terapia ocupacional, estimulación de la movilidad fina y gruesa, gimnasia de mantenimiento, bailes y hasta alguna esporádica excursión, como la que realizaron este verano para bañarse todos juntos en la playa. “Las actividades plásticas sirven de apoyo a la estimulación cognitiva y a la terapia ocupacional, pero tenemos la limitación de que no podemos hacer trabajos grandes, no he podido trabajar la terapia por el arte debido a las limitaciones de la sala”, comenta Ana María Vargas, monitora de plástica.
“Los primeros años son de llorar, de aceptar que la enfermedad está ahí y luego ves que el deterioro es progresivo, hay días que mi madre no conoce ni a mi padre y yo soy para ella la chica que va a arreglarle cada mañana, lo que trato es que esté contenta, ya que cuando más triste está, más avanza la enfermedad”, comenta Emi Garri, hija de Paquita Bonmatí, quien ya lleva 6 años enferma.
Pepi Narbona, la presidenta de la asociación, cuida de su marido enfermo, Francisco Plaza, también desde hace 6 años. “No conoce nada de la casa, las zapatillas se las pone al revés, se levanta mucho por la noche y no acepta a otras personas, ni siquiera a mis hijos y a mis nietos”, comenta.
El marido de Pilar Pérez, Jaime Quiles, está desde 2009 enfermo y justo antes de diagnosticarle el Alzheimer llegó a sacar 12.000 euros del banco en menos de un mes sin causa justificada y empezó a insultar a su esposa, cosa que nunca había hecho. “Ahora le da por comer mucho y hay veces que incluso está agresivo, este verano casi ahoga a mi nieto”, relata Pilar.
A Antonio Antón le diagnosticaron el Alzheimer a raíz de un accidente y necesita el apoyo de su hija “para ir al aseo, para tomarse las pastillas, comer o vestirse”, comenta Paqui Antón.
Cada vez hay más usuarios y están llegando al límite, en dos semanas serán 32 y no pueden acoger a más de 35, por lo que tendrán que crear, muy a su pesar, una lista de espera. Para poder afrontar los gastos han subido su cuota mensual de 30 a 50 euros. Aún así, siempre están apurados para pagar al personal y seguir con sus actividades diarias. El Ayuntamiento les acaba de enviar dos personas en régimen de colaboración social, pero aún así el personal es insuficiente, ya que los contratados trabajan solo 10 horas semanales remuneradas y otras muchas más altruistamente. Cualquier persona que quiera colaborar con ellos puede hacer un donativo ingresando el dinero en la siguiente cuenta bancaria de la CAM: 2090 0302 27 0100391537.

Tres mil euros
para acceder al
sello de calidad
Los familiares de los enfermos de Alzheimer denuncian que ahora deberán abonar 3.000 euros para que la asociación obtenga un sello de calidad, que es preceptivo para poder optar a cualquier tipo de subvención. “Pedimos que no hagan pagar a los enfermos para obtener beneficios”, indica Emi Garri.
Todos han solicitado acogerse a las ayudas de la Ley de Dependencia, pero la tramitación es lenta, como media dos años. Y los cuidadores de los enfermos tienen que dedicarse en exclusiva a ellos, las 24 horas del día y no pueden trabajar. Paqui Antón, por ejemplo, se encarga de cuidar a su padre, enfermo de Alzheimer y también a su madre, que cayó en una depresión cuando a él le diagnosticaron la enfermedad. Percibe una ayuda mensual de 337 euros por los dos.
Desde la asociación dan las gracias al Ayuntamiento por haberles cedido el local de la Senia para realizar sus talleres, pero necesitarían un espacio más adecuado, con salas separadas para los distintos grupos. Además, no pueden dejar sus materiales, ya que por la tarde la sala se emplea para otras actividades y diariamente deben recoger. Lo ideal sería disponer de un Centro de Día donde los enfermos pudieran estar más horas y realizar actividades también por la tarde.

 

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